Por: Gearóid Ó Loingsigh – mayo 6 de 2014
La exsenadora Piedad Córdoba levantó mucha polémica cuando pidió levantar el paro nacional agrario, étnico y popular. Según sus declaraciones, el mismo no era oportuno y el gobierno había mostrado buena voluntad al instalar la mesa de negociaciones. Ella sorprendió a mucha gente, entre ellos sus amigos –¿ya examigos?– de la izquierda, pero lo que dijo tiene coherencia respecto a sus empeños en el marco del proceso de paz y de su carrera política.
Primero, hay que preguntarnos: ¿oportuno para quién? Lo cierto es que era inoportuno para el gobierno de Santos y representa una amenaza a su reelección. En eso vemos a Piedad intentando supeditar las luchas del pueblo a las necesidades del gobierno y el Estado, pues el acuerdo de paz las amarrará al contenido de los acuerdos que salgan de La Habana y nunca será oportuno luchar porque esto pone en entredicho lo acordado y la estabilidad del Estado será más importante que las exigencias de los campesinos. Es curioso que las FARC y el Estado puedan negociar en medio de un conflicto armado, pero Piedad quiere que los campesinos se rindan primero.
Piedad también ignora, a propósito, la historia campesina de Colombia. Habla de la buena voluntad del Estado como si la historia campesina, o la del paro actual, se comenzara a escribir ayer. Llevamos décadas en esto de los acuerdos firmados e incumplidos. El paro actual es el resultado del incumplimiento de los acuerdos firmados el año pasado que, aunque bien pobres, fueron incumplidos por el Estado y ahora Piedad quiere que confiemos en las bondades del Estado. En eso es coherente: es lo que nos pide frente a las negociaciones de paz en La Habana. Hay que confiar en el Estado y no hacer nada que no sea oportuno.
Piedad lleva mucho tiempo poniendo sus propios intereses por encima de los intereses de las clases populares. Lo oportuno siempre ha sido lo que es bueno para ella y de paso, hay que decirlo, para el Estado colombiano. En toda su larga carrera, ella nunca ha roto con el Partido Liberal ni con el Estado que ese partido oligarca defiende a capa y espada.
Ella comenzó su carrera en el Partido Liberal en los ochenta. En las mismas votaciones en las que fue elegida para el Consejo de Medellín, en 1988, a unos 227 km de distancia de la capital antioqueña, en Segovia la gente votó masivamente en contra de su partido y, poco tiempo después, César Pérez García, el cacique político del Partido Liberal en Antioquia, mandó a masacrar a 43 personas del municipio por haber apoyado al grupo opositor, la UP. Piedad no rompió con su partido. La sangre de 43 inermes personas no era suficiente para hacerlo, no era oportuno. Cito esa masacre porque la responsabilidad del Estado y del Partido Liberal en las misma es incuestionable, luego de que César Pérez García fue condenado por este crimen.
Cuando César Gaviria nos llevó a la infame apertura económica, Piedad no rompió con su partido. Cuando Gaviria aprobó el nefasto decreto que dio luz a la legalización de los paramilitares bajo la fachada de las Convivir, Piedad siguió fiel a su partido y al presidente. Cuando Samper aplicó dicho decreto y Uribe llenó su departamento natal de Convivir, y de paso miles de tumbas, ella siguió fiel a su partido. De hecho, nunca rompió con el partido más ligado al paramilitarismo en los ochenta y noventa. No le era oportuno. A veces se olvida del papel de ese partido en el baño de sangre que es el conflicto colombiano debido al papel que jugó Uribe como presidente después de romper con los liberales, pero Uribe no salió de la nada.
En las últimas elecciones intentó meter a su hijo en el Senado por el Partido Liberal. Se portó como si fuera una oligarca más, creyendo que el poder es una herencia familiar. Fracasó en su intento, pero lo importante es que lo intentó y mostró que para ella no importan masacres, reformas económicas, incumplimientos con los campesinos –muchos de ellos durante gobiernos del Partido Liberal–, lo único que cuenta es lo que es oportuno para los políticos de turno.
Sí, es cierto que Piedad jugó un papel importante en la liberación de los prisioneros de guerra en manos de las FARC y eso le ganó cierta fama, pero lo realmente curioso de sus declaraciones supeditando las luchas campesinas a las necesidades del Estado no es lo que dijo sino que con ello sorprendió a mucha gente. Uno de los grandes logros de Piedad es haber convencido a mucha gente de las bondades del Partido Liberal.
Después de todo, dada su fidelidad al Partido Liberal, lo verdaderamente sorprendente sería que no intentara amarrar esas luchas a lo ‘oportuno’.
Piedad se describe como liberal de la izquierda. ¿Qué es esa vaina? A veces uno escucha de Demócratas Cristianos de derecha e izquierda en un mismo partido. Ellos tienen en común la biblia y los ‘valores cristianos’ y discrepan sobre como interpretarlos. Piedad, ¿cuáles son sus referentes en común con unos asesinos como Pérez García y Uribe? ¿Cuáles son sus referentes en común con Samper y Gaviria, ambos con las manos manchadas de sangre y que además nos dieron la apertura económica que tiene a los campesinos al borde del colapso y los ha lanzado a un paro que ud. considera inoportuno? En fin, quiero saber cuáles son esos referentes en común para ver cómo sale una versión de derecha y de izquierda. ¿Será que no los hay? Y su fidelidad a esa formación política se da porque le es oportuno y eso es más importante que todas las calamidades que la misma le ha dado al pueblo colombiano.
Lo oportuno es luchar y no escuchar a una nueva dinastía política de un partido asesino. Pero, para los que creen que de La Habana van a salir cosas buenas, Piedad nos hizo un favor: nos mostró que pretenden amarrar a las luchas sociales a las razones de Estado.
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