Por: Francisco Contreras* – junio 2 de 2014
La política agraria de la Unión Europea no es sostenible. La actual Política Agrícola Común (PAC) acapara más del 40% del presupuesto total de la Unión Europea (UE). A pesar de esas gigantescas sumas invertidas, ésta no contribuye al desarrollo de una agricultura sostenible a largo plazo y no concuerda con otros temas prioritarios tales como las políticas climáticas y ambientales, así como la cooperación internacional para el desarrollo. Lamentablemente, el debate en torno a PAC y a una alternativa sostenible estuvo ausente en la campaña electoral para las elecciones al Parlamento Europeo, que se llevaron a cabo el 25 de mayo.
Desde Suecia se escuchan críticas contra el proteccionismo y la política de subsidios de la Unión Europea, sin embargo, estas críticas muy rara vez se enfocan en la agricultura industrial y lo que acarrea el uso intensivo de químicos, la dependencia de combustibles fósiles, la ganadería a gran escala y el uso excesivo de fertilizantes. Quienes levantan las banderas del libre comercio como una alternativa para el desarrollo agrícola están ignorando el problema ambiental que genera el sistema alimentario agroindustrial que actualmente controla el mercado internacional de alimentos.
Las grandes trasnacionales productoras de alimentos quieren sustituir la PAC con un mercado libre, sin regularizaciones ni restricciones, en el cual se le piensa dar paso al cultivo de transgénicos y a una agricultura a gran escala para la exportación. Esta posible reforma a la PAC está en la mesa de negociones para el nuevo tratado de libre comercio entre la Unión Europea y los EE.UU., conocido como TTIP. Si esta reforma llega a prosperar, seguramente afectaría a la política de subsidios, pero sobre todo afianzaría el control de las transnacionales sobre la producción de alimentos.
Hoy en día, diez grandes empresas transnacionales controlan el 67% del mercado global de semillas, de las cuales tres –Monsanto, DuPont y Syngenta– tienen las patentes del 47% de las semillas registradas en el mundo. El TTIP también permitiría a las grandes empresas evadir objetivos y políticas nacionales basadas en convenciones internacionales, como el derecho a la alimentación y a un medio ambiente sano. Otro ejemplo de la ofensiva de las transnacionales es la propuesta de ley, recientemente rechazada por el Parlamento Europeo, que tenía como propósito exigir el registro de semillas y plantas, lo cual en la práctica conlleva a la criminalización de la producción agrícola no comercial a pequeña escala y de los minifundios.
Como polo opuesto al modelo agroindustrial está La Vía Campesina, un movimiento campesino internacional que aboga por una producción agrícola a pequeña escala y respetando el medio ambiente. Este movimiento está en contra de que Monsanto y otras empresas transnacionales tengan el control absoluto sobre la producción de alimentos, anteponiendo el derecho a la alimentación a la acumulación de capital. La agricultura debe, en primer lugar, producir alimentos para la población local y, en segundo lugar, para la exportación, sin que éstos hayan sido genéticamente modificados o contaminados con agrotóxicos. Para La Vía Campesina la crisis alimentaria no se resuelve con el aumento de la producción sino con una distribución equitativa de los alimentos sanos.
Para La Vía Campesina la soberanía alimentaria es la única alternativa viable al actual modelo capitalista. Esta alternativa pone en el centro a los que producen, distribuyen y consumen alimentos, incluyendo siempre la sabiduría ancestral de los pueblos y los métodos agroecológicos acordes al medio ambiente. En Europa hay algunas iniciativas que comparten esta visión, tales como la existencia de redes de pequeños agricultores y de colectivos que manejan cultivos ecológicos urbanos, además de la creciente demanda por alimentos producidos localmente.
La soberanía alimentaria y la agricultura ecológica a pequeña escala tienen, además, una dimensión internacional que va más allá de las fronteras de Europa. Según la FAO, la agricultura familiar es el medio más eficiente para reducir la pobreza y contribuir a frenar el cambio climático en el mundo. Por esa razón, es necesario cambiar el actual modelo agroindustrial por un modelo inspirado en la soberanía alimentaria. Actualmente, La UE importa productos agrícolas por más de 80.000 millones de euros al año, lo cual compromete el libre acceso a comida sana y genera daños en el medio ambiente.
Por su importancia, la Política Agrícola Común de la Unión Europea tiene que ser un tema central en el Parlamento Europeo. Debemos exigir que los candidatos se manifiesten a favor de una producción de alimentos moderna y sostenible.
___________
Presidente de Latinamerikagrupperna.
Si encuentras un error, selecciónalo y presiona Shift + Enter o Haz clic aquí. para informarnos.