Por: Carlos Alberto Castaño Martínez – febrero 9 de 2015
Una vez más, los engendros del mal amenazan con matar el pensamiento, las ideas y la libertad de expresarlas.
Amenazan con matar a muchas personas por pensar diferente. Dicen que matarán a mi familia para que sean las próximas fotografías a colgar en la Galería de la Memoria. Amenazan con palabras soeces, como sólo lo saben hacer aquellos que apenas pueden con la violencia porque la razón les infunde rabia, porque en su cerebro no cabe la razón.
Esta amenaza es una muestra más de que hay un sector de la ultraderecha que no quiere que este país cambie socialmente para que el pueblo tenga derecho a vivir con dignidad. Me condenan por mantener viva la memoria, pero también me condenan porque un día, acosado por la muerte, por la misma muerte que hoy me amenaza, decidí levantarme en armas para defender mi vida y mi dignidad. En 1.990 esos mismos enamorados de la muerte me mataron, pero la vida me trajo de regreso. Ahora me dicen que tengo una deuda y que ahora sí voy a morir.
Esta nueva amenaza me confirma una vez más que la paz en Colombia nunca llegará. En 1991, quienes hicimos parte del Ejército Popular de Liberación (EPL) firmamos un acuerdo de paz con el gobierno y nos desmovilizamos. Nos comprometimos a dejar las armas como un medio de transformación social. En mi caso, al menos, no firmé para renunciar a mis principios, a mi conciencia y mucho menos a mi dignidad de seguir luchando por los derechos de mi pueblo sino todo lo contrario.
Hace 11 años me dediqué a construir la Galería de la Memoria. Lo hice convencido de aquella hermosa frase de Nelson Mandela: “la educación es el arma más poderosa que podemos usar para cambiar al mundo”. De acuerdo a la respuesta del público, hoy estoy más que convencido de que así es.
En junio de 2007 fue allanada mi casa por muchos militares y miembros del DAS, la Sijín y la Fiscalía, bajo el supuesto de que yo tenia armas y bombas en mi hogar. En esa ocasión solicité a la Fiscalía una explicación del porqué del allanamiento y me contestó que el allanamiento lo habían hecho por orden explícita de la VI Brigada del Ejército.
En esta amenaza me dicen que no se me olvide que tengo una deuda y que ahora sí voy a morir.
Que florezca la memoria: el 27 de julio de 1990, día en que fui fusilado por los mismos paramilitares que torturaron y masacraron a 7 campesinos, quienes los dirigían eran militares activos del Batallón Bárbula de Puerto Boyacá. No me queda, entonces, ninguna duda de quiénes son los que me amenazan y mucho más cuando en el comunicado dicen que en esas fotos me dedico a ensuciar la “honorabilidad de los soldados y policías”.
Responsabilizo al gobierno de Colombia y a su Fuerza Pública de cualquier situación que se presente con mi familia y conmigo mismo como consecuencia de esta amenaza. De igual manera, invito a todos los compañeros de los diferentes medios alternativos que aparecen comprometidos en la amenaza a exigir al gobierno una investigación a fondo y sin vacilaciones para que esto no quede en la impunidad.
Y no olvidemos esta frase del Che: “Si avanzo seguidme, si me detengo empujadme y si retrocedo matadme”.
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