Por: María Alejandra Herrera Palacio – octubre 5 de 2015
A orillas del río Magdalena, en el suroccidente del departamento del Cesar, se ubica Gamarra, municipio caracterizado por tener grandes complejos de ciénagas a su alrededor y pobladores que tradicionalmente se han dedicado a la pesca, a la agricultura, el comercio y la ganadería. Actualmente, los pescadores artesanales se ven amenazados por la construcción del Puerto Fluvial de Andalucía.
Este puerto hace parte de una megaproyecto que tiene como objetivo recuperar la navegabilidad del río Magdalena y conectar la carga de contenedores, carbón, combustible y toda clase de mercancías sólidas o líquidas provenientes del interior del país con la costa Caribe. El terminal fluvial de Andalucía se uniría con la Ruta del Sol y el sistema ferroviario central.
Es importante resaltar que este terminal fluvial cuenta con una inversión inicial de aproximadamente 7 millones de dólares y que se espera que la inversión total de la Sociedad Portuaria Regional de Cartagena, empresa mixta a la que se le ha adjudicado la concesión del proyecto, ronde los 200 millones de dólares cuando el puerto esté construido.
Según la Corporación Autónoma Regional del Río Grande de la Magdalena (Cormagadalena), con esta obra de infraestructura se moverán 1,2 millones de toneladas de carga al año y se generarán 1.600 empleos en esa zona. Éste sería apenas el primero de siete puertos que el gobierno planea construir en el municipio y uno de los dos que cuenta con licencia ambiental.
Pescadores en la incertidumbre
Sin embargo, los pescadores artesanales han mostrado su descontento con el proyecto pues, entre otras cosas, aseguran que no se realizó una consulta del mismo con la comunidad sino que simplemente se socializó con ellos que se iba a realizar. La comunidad ha pedido reiteradamente reunirse con el alcalde de Gamarra y con los funcionarios de la Sociedad Portuaria Regional de Cartagena para encontrar soluciones a su problemática, pero aseguran que no han sido tenidos en cuenta.
Adicionalmente, han expresado su preocupación porque puedan ser obligados a abandonar los sitios en los que tradicionalmente han realizado su trabajo y por el impacto ambiental que pueda tener un proyecto como éste en la zona, teniendo en cuenta que el departamento del Cesar tiene un extenso complejo de ciénagas que va desde el humedal El Congo, ubicado en el municipio de San Martín, hasta el humedal Costillas, del municipio de Pelaya. Todo este sistema de ciénagas está interconectado por sistemas fluviales y depende de los ríos Lebrija y Magdalena.
Otro punto que se debe resaltar es que sólo en la zona de Andalucía se mantienen unas 350 familias de la pesca y que los rangos de edad de los pescadores oscilan entre los 40 y los 60 años. Ellos aseguran que no se tuvo en cuenta su opinión y que no se les han dado las garantías necesarias para subsistir luego de que se implemente sobre su territorio un proyecto de infraestructura de este tipo.
Así las cosas, ¿cómo se van a reparar los daños que cause a la comunidad la construcción de este puerto? Es necesario analizar de qué manera se va a invertir en la compensación social por la infraestructura que está construyéndose y plantear los escenarios posibles de lo que va a suceder en durante esos veinte años de operación del terminal fluvial en cuanto a las afectaciones ambientales y sociales que va a causar para que se generen propuestas efectivas y muy claras para mitigar el daño. En esto, entender asuntos vitales como los efectos de este terminal sobre las aguas subterráneas, que pueden ser un recurso fundamental para la población aledaña al sitio del puerto, y los efectos del dragado en el río Magdalena, resulta de primera importancia para proteger este ecosistema y a sus habitantes.
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