'Hacerse los griegos' - Foto: Sara Wiederkehr González

'Hacerse los griegos' - Foto: Sara Wiederkehr González

Por: Camila Giraldo – junio 6 de 2013

Mientras los grandes medios guardan un silencio casi total sobre lo que sucede en Europa, la situación en ese continente, sobre todo en los países del sur, no deja de ser convulsa y las manifestaciones y demandas sociales están a la orden del día.

A casi cinco años del inicio de la crisis económica que ha golpeado duramente a Europa y luego de un sinfín de reformas fiscales y tributarias no hay muestras de mejoría real: el descontento social sigue creciendo en los países miembros de la Unión Europea y las manifestaciones y movimientos sociales son cada vez más numerosos y difíciles de ignorar en el sur del Viejo Continente.

La Grecia del miedo

Las manifestaciones se suceden constantemente desde 2008 en Grecia, un país marcado por agresivos planes de recorte, privatizaciones, despidos masivos, reducción en las pensiones, entre otras medidas. A casi cinco años del inicio de la crisis, el país helénico ya vivió su primera huelga general el pasado de 20 de febrero, por cuenta de la política de austeridad implementada por los gobernantes de turno e impuesta por las presiones de la troika conformada por la Unión Europea, el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional, y encabezada por el gobierno alemán de Angela Merkel.

El recientemente elegido primer ministro de Grecia y líder del partido conservador Nueva Democracia, Antonis Samarás, envió a finales de noviembre de 2011 una carta al FMI y la Unión Europea manifestando su apoyo a los términos del plan de rescate financiero aprobado para su país. En medio de tal panorama, puede resultar paradójico el triunfo electoral de la derecha en Grecia en junio de 2012, pero la conformación de un gobierno pro rescate en el país heleno tampoco habría sido posible sin la aplicación de la llamada ‘doctrina del shock’ a su población, por medio de la constante amenaza de expulsión de Grecia de la zona euro y la Unión Europea, y del riesgo que, según las agencias calificadoras de riesgo, sigue representado la deuda soberana para la economía del continente.

Ante un discurso repetido hasta la saciedad sobre el catostrófico panorama que le esperaría a Grecia por fuera de la UE, las pasadas elecciones han sido catalogadas, no sin cierta razón, como las elecciones del miedo, unos comicios en cuyo resultado predominaron las posturas a favor de la austeridad, desde los conservadores de Nueva Democracia, pasando por los social demócratas de Pasok y llegando hasta la zquierda moderada del  Movimiento Socialista Panhelénico. A pesar de estos resultados, cabe resaltar el significativo aumento de la Coalición de la Izquierda Radical (Syriza, por sus siglas en griego), que se situó como la segunda fuerza más votada, pasando de 6 escaños en 2004 a 71 escaños en las legislativas de junio pasado, y como la principal fuerza opositora en el parlamento griego.

La España del escádalo y el descontento

En la misma línea, y a pesar de aun no haber sido intervenida formalmente por la troika, se encuentra España. Después de la constante negación de la crisis del expresidente del gobierno José Luís Rodriguez Zapatero y el inadecuado manejo de la economía, el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) dio paso al gobierno del Partido Popular (PP). Este último, heredero político del franquismo, logró su llegada a la presidencia, en cabeza de Mariano Rajoy, a través de una propuesta que prometía sacar al país de la crisis evitando tomar el rumbo del gobierno saliente: menos recortes y un no rotundo a la subida de impuestos.

Contrariamente, desde su llegada al poder el gobierno de Rajoy ha profundizado los recortes en sanidad y educación que había comenzado su predecesor del PSOE, al tiempo que se descubren a diestra y siniestra escandálos de corrupción, de apropiación indebida de recursos y de las más diversas prácticas clientelistas que salpican, en su mayoría, al Partido Popular y directamente al presidente del gobierno.

El descontento sigue en aumento y en la red han surgido ya numerosas campañas de recogida de firmas para pedir la dimisión de Rajoy que, en pocos días, han superado el millón de personas. Entretanto, en las calles, el clamor en contra de las políticas de austeridad es aún mayor y las constantes manifestaciones de los profesionales de la salud, los estudiantes, los sindicatos, los funcionarios públicos, entre otros, se repiten a lo largo y ancho del país, con predominio en las grandes ciudades, como Madrid y Barcelona.

Pero estas manifestaciones en contra de los recortes corren el riesgo de confundirse con las que se llevan a cabo en contra de la corrupción y en favor de la dimisión del gobierno de Mariano Rajoy. Para el periodista catalán Siscu Bages, éste es un peligro latente pues “mucha gente pide que se vayan los políticos por corruptos, pero el problema de fondo es la austeridad impuesta por Berlín [y] Bruselas, a la que los políticos españoles no se oponen. Bruselas se plantea permitir a España, Francia y quizás Holanda que tengan un poco más de déficit, pero a cambio de más recortes sociales, lo cual es lo contrario de lo que se pide. Se quiere evitar recortes sociales y que ello suponga aceptar un poco más de déficit”.

A esta situación se suman los movimientos independentistas en comunidades como Cataluña, cuyas reivindicaciones cobran cada vez más fuerza, al margen de los intentos por parte de algunos políticos del principal partido de la derecha catalana, Convergencia i Unió, por capitalizar como suyas estas reivindicaciones y utilizarlas con fines electorales. Para completar el panorama en el Estado español, crece el desprestigio de la monarquía al verse también envuelta en casos de corrupción, al tiempo que crece también la indignación popular frente a una Casa Real que, además de recibir alrededor de ocho millones de euros anuales a cargo de los contribuyentes, utiliza sus influencias para apropiarse de más recursos y salirse con la suya.

Italia: La manzana europea de la discordia

Mientras tanto, en Italia la inestabilidad política continua. A pesar de que la coalición de centro izquierda encabezada por Pier Luigi Bersani fue la vencedora en las pasadas eleeciones parlamentarias, el país puede entrar en una nueva etapa de inestabilidad gubernamental puesto que no existen mayorías claras al interior del ente legislativo.

El principal estandarte de Bersani y su coalición, y gracias al cual lograron el triunfo, fue el de posicionarse en contra de las políticas de austeridad impuestas por la troika, aunque no ha sido el único. El ex primer ministro Silvio Berlusconi también ha lanzado propuestas de este tipo, pero además prometiendo reducciones de impuestos poco realistas y apoyado en su gran capacidad mediática, al ser propietario de los principales conglomerados de la comunicación del país. Luego de haber dimitido y renunciado a la política durante la etapa más crítica de la crisis económica y de esperar a que el gobierno de Mario Monti realizara los ajustes más drásticos, Berlusconi regresa a la vida política, al parecer indemne, y su coalición de centro derecha se sitúa como la segunda fuerza en el parlamento.

Pero, para los partidarios de las políticas austeridad en Italia y Europa existe otra gran amenaza a la gobernabilidad: el Movimiento 5 Estrellas (M5S), liderado por del cómico italiano Beppe Grillo, ahora tercera fuerza política, que no sólo rechaza los supuestos avances en materia de deuda logrados en el gobierno de Monti, por considerar que se dieron en contravía a los intereses de las mayorías; por oponerse a cualquier posible acercamiento con los líderes de los partidos tradicionales y por alejarse por completo de las imposiciones económicas de la Unión Europea y de los mercados.

Sin embargo, aunque para muchos es un movimiento supuestamente ‘antipolítico’, para otros es la más notable manifestación en la urnas del creciente descontento ciudadano en Europa frente al manejo de la crisis. El triunfo, aunque ajustado, de la centro izquierda sumado al auge del Movimiento 5 Estrellas pone en evidencia la posición de un electorado italiano cada vez más inconforme y alejado de las imposiciones de la UE y de los lienamientos del gran perdedor en estas elecciones: el tecnócrata Mario Monti, en cuarto lugar y con sólo un 10% de los votos totales.

Aunque el presidente del Parlamento Europeo, el alemán Martin Shulz haya declarado que “hay mucho en juego y concretamente que no se arriesgue la confianza en el país que se ha ganado con Mario Monti”, los crecientes recortes, la desconfianza en los partidos y una tasa de desempleo juvenil que roza el 40% ponen en cuestión no sólo la democracia italiana sino todo el conjunto de la democracia europea y lo que bienestar y mejoría han pasado a significar en las últimas décadas: bolsas al alza, bajo deficit público, inversión extranjera y libre flujo de capitales.

Chipre ha corrido con la triste suerte de ser el último país en ser intervenido. Una joya a medio camino entre África, Europa y Oriente Medio, moldeada y disputada a lo largo de los siglos por varias de las civilizaciones que han dominado el Mediterráneo, pasando también por la sometimiento del Imperio Británico a principios del siglo XIX para cuidar sus rutas marítimas por el canal del Suez y hacia la India. Estrechamente ligado a la historia griega, parece que correrá su misma suerte: austeridad y un paquete de “rescate” condicionado, con el único fin de salvar a los bancos de la quiebra y la promesa de depender política y económicamente del eurogrupo y de las instituciones financieras.

El último país en sufrir el rigor de los recortes ha sido Chipre. Una joya a medio camino entre África, Europa y Oriente Medio, moldeada y disputada a lo largo de los siglos por varias de las civilizaciones que han dominado el Mediterráneo, pasando también por la sometimiento del Imperio Británico a principios del siglo XIX para cuidar sus rutas marítimas por el canal del Suez y hacia la India. Estrechamente ligado a la historia griega, parece que está corriendo su misma suerte: austeridad y un paquete de ‘rescate’ condicionado, con el único fin de salvar a los bancos de la quiebra y la promesa de depender política y económicamente del eurogrupo y de las instituciones financieras, mientras en sus calles miles se rebelan ante la majestad de la troika.

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