Frente al otro - Foto: Casa de América.
La radicalidad de las posturas de las partes en la mesa de La Habana sería una indicación fáctica de su voluntad de ir hasta el final en los diálogos de paz.
Frente al otro - Foto: Casa de América.
Frente al otro – Foto: Casa de América.

Por: Humberto Vélez Ramírez – abril 8 de 2016

El pasado 3 de abril me preguntaba un estudiante: ‘¿Verdad, profesor, que el proceso de La Habana está muy tenso dada la radicalidad de las posturas de las partes?’. ‘Vea –le dije–, sí así está sucediendo no sabe cuánto me alegro. En estas alturas del proceso, cuando ya son más adversarios que enemigos, sería ésta una indicación fáctica de que las partes efectivamente sí tienen la mejor voluntad de ir hasta el final, pues, de lo contrario, ya estarían dando muestras de querer tirar la toalla”.

Pero, saboreemos del proceso mismo. Hace ya casi 4 años, cuando se inició una discusión que duró cinco meses sobre el primer tema de la agenda, el del desarrollo rural integral, así se presentó el escenario: las dos partes llegaron con posturas iniciales duras y extremas: “que haya una reforma agraria que cubra el conjunto del latifundio”, fue lo que dijeron los farianos, mientras que los del gobierno respondieron “nada de reforma agraria”. Se inició así un largo proceso de discusión, reflexión y análisis en el que, de modo progresivo, fueron aflorando tanto las necesidades como los intereses de parte y parte, y, al final –no obstante las 14 reservas que quedaron–, hubo un primer acuerdo básico: habría una reforma de la estructura de tenencia y del uso social de la tierra, que afectaría, ante todo, al latifundio improductivo.

Como para aprender, entonces, del proceso: en toda negociación, sean las que sean su naturaleza, temas o dimensiones, siempre hacen presencia y juego dialéctico tres factores: iniciales posturas duras que, en la marcha, se van morigerando bajo la acción de las necesidades –el por qué cada uno está negociando– así como de los intereses –el cómo cada uno queda en el resultado final–. Respetando las especificidades, complejidades e importancias de cada tema, en estos cuatro años, con una metodología similar de negociación, se han producido acuerdos totales o parciales en puntos como el ya señalado, en el de la definición del modelo de justicia transicional a aplicar y en el de asumir los derechos de las víctimas como disco duro de la negociación.

En teoría, los 6 temas de la agenda son importantes, evidenciando cada uno un evidente nivel de complejidad, pero en la práctica, evacuado un tema o dimensión del mismo, el siguiente se eleva como el más importante y decisivo si es que se quiere avanzar. Ahora, en abril del 2014, se está frente al último que, por ser decisivo para poder hacer la dejación de las armas y para delimitar el espacio institucional en el que las FARC y el ELN –¡bienvenidos!– podrían hacer política democrática, en la coyuntura se nos transparenta como el más importante de todos.

Hemos dicho que, con frecuencia, es más fácil hacer la guerra que negociarla. Y decimos esto por la sencilla razón de que, cuando guerra y negociación son estudiadas a partir de los discursos de los actores o de la gente en general, todo el mundo espera y se representa, y se imagina que las posturas de la partes deben ser menos duras y agresivas en materia de negociación que de guerra. Pero, en la realidad parecería suceder lo contrario. En materia de guerra, todo el mundo acepta que las partes, por ser enemigas, se tiren duro no solamente con las balas sino también con afiladas palabras; pero, en materia de negociación, todo el mundo espera que las posturas no sean tan duras y extremas, pues la misma palabra es como una invitación a estrechar manos y corazones.

Lo que sucede es que casi nadie alcanza a conceptuar que en una negociación las únicas duras y extremas son las posturas iniciales, pues cada parte está esperando sacar el máximo provecho del tema que se está negociando, pero que en el camino aquellas empiezan a morigerarse bajo la presión de las necesidades e intereses de las partes, siendo esto lo que en la actualidad está sucediendo en La Habana.

Pero, esperemos a ver qué sucederá dentro de tres o cuatro meses.

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* Docente e investigador de la Universidad del Valle.

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