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Por: Pedro Echeverría V.  – 16 de febrero de 2010

Laura Chinchilla, presidente electa de Costa Rica ayer domingo, insiste que ella tiene autonomía y que, a diferencia de lo que dice la oposición, no será una marioneta en manos del expresidente: “a mí nadie me regaló esta candidatura. Yo me la gané, gracias a los costarricenses…lo que viene es mi gobierno, no el gobierno de Óscar Arias”. Sin embargo toda su campaña ha estado marcada por el mensaje de continuidad “aunque la pequeñez de algunos les impide reconocer estos avances, hoy Costa Rica debe decir “Gracias, don Óscar Arias, por poner a Costa Rica a caminar de nuevo'”. Además, ella misma ha reconocido que mucho de lo conseguido se lo debe al presidente: “Don Óscar me apoyó. Si no, yo no hubiera salido por una razón fundamental: mi primera obligación era cumplir con el mandato constitucional”.

La realidad es que aunque Costa Rica es un país pequeño, con escasos 4.5 millones de habitantes, en el contexto de América Latina, sobre todo de Centro América –cuyos siete países: Belice, Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua y Panamá cuentan con 35 millones habitantes y con siete votos- mantiene una posición de mucha influencia. Que Arias mantenga su hegemonía entre los costarricenses y que además cuente con el apoyo absoluto del gobierno de los EEUU, es una importante palanca para que los gobiernos derechistas de Obama, Uribe, Calderón y García sigan adelante en sus planes para golpear y someter a los gobiernos que de alguna manera han mantenido algunos márgenes de independencia:  Venezuela, Bolivia, Ecuador y otros. Pensamos que en los próximos años los yanquis recuperarán gobiernos.

Oscar Arias fue hecho un personaje mundial al otorgársele en 1987 el Premio Nóbel de la Paz por su intermediación en el conflicto de Nicaragua, los Contras y países vecinos. El Plan consistió en que éstos deberían reconocer la legitimidad del gobierno sandinista y no proveerían más apoyo a la Contra; a su vez Nicaragua dejaría de apoyar a las guerrillas marxistas de la región, especialmente de El Salvador. Sin embargo, Arias ha seguido la ruta del viejo José Figueres, fundador del Partido Liberación Nacional en 1951 y presidente de la República dos años después. Figueres hasta 1958 fue socialdemócrata, pero en la segunda presidencia (1970-74) ya puede vérsele como un gobierno proyanqui. Figueres, el político “socialdemócrata”, da paso a Odúber, Monge y a Arias de 1986 y luego 2006. Arias es la estrella del PLN creado por Figueres.

El triunfo de Chichilla confirma el predominio de la corriente de Oscar Arias y su hermano Rodrigo en PLN costarricense. Se dice que la designación de Guillermo Zúñiga, Viviana Martín, Alicia Fournier y Francisco Chacón como candidatos a diputados por el PLN en los cuatro primeros puestos por San José, evidencia ese dominio del arismo dentro del PLN. Los cuatro están vinculados a la figura del actual presidente (Oscar) y del ministro de Presidencia (Rodrigo). Además, el control del ejecutivo ha estado estos años en manos de los hermanos. Dado que Rodrigo, el operador político de su presidencia, no podía sucederle al prohibir la constitución la sucesión presidencial entre familiares, “Don Óscar”-como le dicen sus súbditos- se inclinó por Laura Chinchilla pero el proyecto presidencial para Rodrigo no ha muerto.

Lo que en política ocurre en ese pequeño país centroamericano se repite en la mayoría de los países del mundo. Por eso los amigos de Costa Rica que reciben mis artículos sobre México dicen no sorprenderse de la situación económica y política desastrosa y extremadamente desigual de nuestra nación, porque “en Costa Rica es semejante. Costa Rica, según datos consultados, sólo tiene un 4 por ciento de analfabetismo; tiene la más alta escolaridad en Centro América; el número de usuarios de Internet es elevado; en publicación de libros supera nueve veces a los otros países; su PIB es el más alto, así como su crecimiento anual. Pero a pesar del su alto nivel, comparado con los otros seis países de la región, existe como en otros países, al altísimo porcentaje de pobres y miserables. Por eso el pueblo sigue manifestando su descontento.

Laura Chinchilla, al ser la primera mujer presidenta en ese país, ha dicho que contó con el apoyo de un 10 por ciento más de mujeres. Sin embargo los asuntos de género en político pueden ser un engaño. Más de 10 mujeres como presidentas o primeras ministras de igual número de países, así como otras miles de mujeres legisladoras, han demostrado que gobiernan exactamente igual que los hombres, en nada se han distinguido de ellos. Han obedecido a sus partidos políticos y al mismo sistema económico de explotación, tal como los hombres lo han hecho durante siglos. La liberación de la mujer no es un asunto de conferencias y exposiciones, mucho menos de búsqueda y acomodo oportunista en cargos políticos o académicos, sino un problema de lucha en las calles junto a los sectores marginados, explotados y miserables.

El pueblo costarricense tendrá que seguir luchando tal como lo hizo en 2007 para rechazar el Tratado de Libre Comercio que al fin impuso el gobierno de Oscar Arias en alianza con los EEUU. Recuerdo que esos días escribí dos artículos para que los activistas de aquel país conocieran la desastrosa experiencia mexicana al firmar el TLC que sólo benefició a los más grandes empresarios y gobernantes, dejando a la población con mayor miseria. Ese pueblo, como todos los del mundo, se merece una vida justa y equitativa y nuestro continente tiene que continuar luchando hasta lograr su liberación total del imperio norteamericano de las burguesías nacionales  que los explotan y saquean. ¿Qué podrá hacer esa mujer que al parecer sólo va a cubrir cuatro años para dejarle el poder al otro de la dinastía Arias? De todas maneras los acontecimientos en América cambian rápidamente.

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