Por: Nicole Pinzón – 21 de abril de 2010
El artista plástico Jader Mauricio Clavijo Cuesta presenta a un público poco usual un trabajo que intenta romper con la noción de arte de difícil alcance y expuesto, en museo o galería, para intelectuales de copa en mano. Por eso, lo lleva a personas de escasos recursos, que no pueden dedicar tiempo o dinero en arte y cultura. Para ellos, Jader construyó un dispositivo móvil que consta de una pantalla en la que muestra el vídeo de las rutas recorridas, una pequeña mesa en la que estampa y una biblioteca que contiene los libros obtenidos en el viaje.
Jader fue componiendo dicho dispositivo durante 2008, mientras visitaba varios países de Latinoamérica. Allí entró en contacto con organizaciones, movimientos y colectivos culturales que buscaban involucrar diferentes manifestaciones artísticas en sus respectivas realidades sociales y políticas.
Al emprender su recorrido se abrió paso por Ecuador, donde tuvo su primer encuentro con una cultura indígena arraigada, que aún conserva sus costumbres ancestrales: el blanco de sus ropas representa la pureza espiritual y los ponchos tejidos a mano dan cuenta de la necesidad por mantener sus tradiciones. Allí, en Otávalo, ubicado a hora y media de Quito, las tradiciones tienen tal importancia que los mitos anuncian que el final del mundo vendrá cuando el hombre olvide sus costumbres ancestrales.
También en Ecuador, se encuentra con un colectivo llamado Tranvía Cero, ubicado en la zona sur de Quito –que, al igual que en Bogotá, es la zona marginal de la ciudad– y que trabaja alrededor del arte contemporáneo, produciendo espacios en los que las personas que habitan estos barrios pueden ser artífices de sus propias obras. Además, llevan a cabo un proyecto llamado “Zur-ich”, con el cual generan una convocatoria de artistas nacionales e internacionales para seleccionar los trabajos que se instalarán en diferentes barrios del sur de Quito.
En Perú, Jader llegó hasta la Academia Regional del Quechua, la cual procura difundir el uso de la lengua nativa y evitar su extinción. En este mismo sentido, en Bolivia, se encontró con el trabajo de preservación del aymara de la radio Wayna Tambo 101.7 FM, que rompe con la idea del oyente como consumidor y lo convierte en sujeto de creación de artes plásticas, musicales y literarias. Los principales oyentes de esta emisora son los jóvenes aymara de la región de El Alto, quienes han cobrado mayor interés gracias a la introducción del Hip-Hop en la lengua nativa por Abraham, uno de los integrantes de Wayna Tambo que murió en un accidente de tránsito en 2009.
En La Paz pudo constatar que las paredes son testigos de la inconformidad de las mujeres, a través de los grafitis del colectivo Mujeres Creando, que se apropia del espacio público con frases como: “No soy media naranja de nadie, soy fruta entera y en todas sus variedades” y “Tú me quieres virgen, tú me quieres santa, tú me tienes harta”. Además de su rechazo al machismo, su escritura expresa las voces de protesta por los abusos y las injusticias de las que nadie habla. Por ejemplo, luego de que la policía ecológica asesinó a una joven de quince años, en las paredes de La Paz se pudo leer: “¡Pucha, qué frío: la policía ecológica mató la primavera!” .
Finalmente el recorrido de Jader llegó hasta Argentina. Allí conoció al Frente Popular Darío Santillán, nacido a raíz de la crisis económica de 2001, más conocida como el “argentinazo” o el “corralito”. Su nombre es un homenaje a Darío Santillán, piquetero y promotor de proyectos de desarrollo social, como bibliotecas, comedores comunitarios, etc., asesinado en una manifestación pública el 26 de junio de 2002 por la policía. Este movimiento convoca a manifestaciones en las que se rechazan las privatizaciones, la corrupción, la desmedida codicia de los bancos, el hambre y el altísimo costo de la deuda externa, que se convierten en fiestas por la vida y la libertad de expresión.
Con todo el material recogido en su travesía, Jader realizó un vídeo con una característica bastante particular, que da cuenta de lo ambicioso de su proyecto: la selección del narrador de sus experiencias no fue nada fortuita y Miguel Rincón, egresado de artes escénicas de la ASAB, se encarga de prestar su singular voz –muy popular entre los vendedores con carreta de frutas y verduras y sus clientes, pues es reconocido por anunciar las bondades de sus productos– para atraer a las personas a su dispositivo de arte itinerante, no como clientes sino como individuos que también deben y pueden interesarse en las prácticas artísticas de Colombia y Latinoamérica.
A diferencia de las nuevas tendencias artísticas, el trabajo de Jader prescinde del interés por generar una obra en la que el resultado final se defina por el éxito o acogida de la misma. En su caso prima el proceso, prevalece la forma en que el recorrido a través de experiencias determina el verdadero valor de lo que aspira proyectar al espectador. En resumen, Jader nos muestra una Latinoamérica que no se rinde, de naturaleza libertaria, y que a través del arte se niega a perder su identidad, sus raíces y sus saberes ancestrales.
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