Juan José Echavarría, gerente del Banco de la República. Foto: Banco de la República.
Algo pasa en el Banco de la República, la entidad rectora de la política monetaria del país. Desde hace semanas se escucha, cada vez con más fuerza, lo que parece ser un motivo de mérito para poner los ojos sobre una de las instituciones con más influencia en la vida económica y cultural de los colombianos.
Juan José Echavarría, gerente del Banco de la República. Foto: Banco de la República.
Juan José Echavarría, gerente del Banco de la República. Foto: Banco de la República.

Por: Farid Amed Hernández – marzo 13 de 2018

Algo pasa en el Banco de la República, la entidad rectora de la política monetaria del país. Desde hace semanas se escucha, cada vez con más fuerza, lo que parece ser un motivo de mérito para poner los ojos sobre una de las instituciones con más influencia en la vida económica y cultural de los colombianos.

A pesar de que el Banco de la República ha sido considerado por décadas como una de las instituciones insignia de la transparencia, independencia y equilibrio de la economía del país, estando asociado en la memoria de los colombianos como símbolo de austeridad, independencia, equilibrio y cultura, parece ser que de puertas para adentro del Emisor las cosas no funcionan de esta manera. Así lo aseguran los trabajadores de dicha institución, quienes vienen denunciando los sueldos siderales y las excentricidades de las que goza un reducido grupo de funcionarios vinculados en grandes escándalos de corrupción.

Según Abdenago Aguilar Luna, presidente de la Asociación Nacional de Trabajadores del Banco de la República (Anebre), un sindicato conformado por más del 70% de la totalidad de los empleados del Emisor, la realidad al interior de la reconocida institución sufre un deterioro moral progresivo.

Hoy, el Banco de la República soporta una directiva politizada que no representa el ideario de los trabajadores del emisor y su compromiso con el país, una directiva conformada por personas que aterrizaron en el Banco con pendientes por resolver en investigaciones por presuntas participaciones en los últimos grandes escándalos de corrupción que han azotado al país: Odebrecht, Reficar, Interbolsa, Dragacol, venta de Isagen a un solo proponente, entre otros.

Sin duda, denuncias de este tipo encienden las alarmas, pues, siendo así las cosas, pareciera ser que hoy al Banco de la República no lo dirigen técnicos de la economía independientes de los ardides políticos sino que, por el contrario, se ha transformado en un escampadero de cuestionables funcionarios que, al verse envueltos en escándalos de corrupción, estarían siendo premiados con altos puestos, sueldos, privilegios y permisividad para darle rienda suelta a pomposas excentricidades.

Al respecto, Abdenago Aguilar afirma que “el gerente general del Banco de la República, el señor Juan José Echavarría, miembro del equipo de campaña del presidente Santos en su reelección, decide gastar sumas millonarias en electrodomésticos importados y remodelaciones de oficina”, entre las cuales, según las pruebas en manos de Anebre, se evidencian compras que incluyen máquinas para preparar café capuchino traídas desde Italia, alfombras por un valor de $80 millones, vehículos nuevos que estarían al servicio de la familia del funcionario, mobiliarios también importados y otras suntuosidades que le costarían al erario público un valor superior a los $600 millones. En otras palabras, parece que la austeridad que el Banco de la República le aplica al país no funciona para quienes diseñan sus políticas.

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Sin embargo, esta situación no se queda ahí y es aún más preocupante, pues los trabajadores del Banco de la República vienen denunciando que la distribución salarial al interior del Emisor es terriblemente desigual y concentra unos desbordados beneficios para un grupo de directivos. El directivo de Anebre señala que “18 altos funcionarios -entre los cuales se encuentran varios con temas pendientes por resolver ante la Ley- reciben $7.500 millones anuales en sueldos y prebendas”.

Parece que hay piñata al interior del Banco de la República y esto cae como un baldado de agua fría cuando, desde hace algunos meses, se escuchan propuestas en torno a crear un ‘salario mínimo diferencial por regiones’ que sería diseñado por las hoy cuestionadas directivas del Emisor, quienes proponen reducciones, en algunos casos, superiores al 70% del actual salario mínimo de los colombianos en más del 50% del territorio.

Y aún hay más. Como si fuera poco, la organización de trabajadores señala que:

El desequilibrio al interior del Banco de la República es tal que la realidad de los 18 funcionarios es apenas la punta del iceberg y se acentúa escandalosamente cuando descubrimos que solo 215 funcionarios del banco Emisor reciben más de 200.000 millones al año en salarios y beneficios, mientras el resto de trabajadores, 2.402, con formaciones profesionales y técnicas, no han recibido, por más de 20 años, ajustes en sus derechos, hoy hiperconcentrados en una minoría casi millonaria.

Esta situación invita a preguntarse por qué los directivos diseñan y proponen políticas económicas en las que proponen vivir bajo austeridad, mientras ellos viven entre grandes excentricidades y prebendas millonarias pagadas con dinero de los colombianos. Esto, claro, se acentúa cuando además evitan que haya una distribución equitativa del presupuesto de la institución que nivele derechos a su interior, tal cual funciona en entidades serias conformadas por profesionales altamente calificados como debería ocurrir en el Banco de la República.

Parece que esto apenas comienza, que habrá más tela que cortar y que el hilo de Ariadna que ha sido halado por la organización de los trabajadores del Banco de la República traerá más sorpresas. Por lo pronto, los ojos están puestos en la administración del Emisor.

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