Por: Andrés Tafur – enero 3 de 2012
La primera vez que escuché algo de una tal constituyente universitaria como mecanismo de cohesión y discusión política, de cara a construir por parte de todos y todas una nueva política de educación superior, fue por boca de alguien de la Revista el Salmón Urbano, entonces me trajo buena espina. Ese mismo 27 de septiembre nos reunimos en Asamblea Triestamentaria, en el coliseo de la Universidad del Tolima, y la idea nos gustó: en seguida nos declaramos en Asamblea Constituyente Universitaria. Por medio de la Constituyente, a la vez que peleábamos en el plano nacional en contra de la reforma, nos pensábamos una nueva universidad en el plano local.
Tres fueron los detonantes de dicho proceso: los problemas de legitimidad y gobernabilidad de la administración de la universidad en cabeza del rector, Jesus Ramón Rivera; la deuda de la Gobernación del Tolima con la universidad; y el problema de la propuesta de reforma y la misma Ley 30 de 1992, por lo que nos propusimos desprivatizar la universidad pública.
Entonces asumimos la idea, que ya dejó de estar en la cabeza de algunos para pasar a las juntas constituyentes. En la primera junta se definieron los principios que guiarían el proceso: cambiamos la representación por la participación; planteamos que la investigación y todos los proyectos científicos, académicos y sociales deben responder a políticas estratégicas participativas de resolución de problemas de la comunidad; y, en esa misma vía, que todos los planes de estudio deben ser reestructurados a fin de incorporar currículos integradores, descolonizadores y emancipatorios para responder a nuestros problemas públicos regionales y nacionales.
A mano de esos tres candiles transitamos por caminos nebulosos, afuera como en las siguientes juntas. Nadie creía en el proceso, ni siquiera algunos de nosotros, sin embargo, empezamos a entender que se trataba de un esfuerzo por pensar que el proceso valía por ser proceso, independientemente de que lo que nos proponíamos fuera a ser, lo que significó de plano renunciar al efectismo.
Y en ese proceso nos quedamos algunos profesores que fungen aun como constituyentes primarios, sin fuero de expertos, y la base estudiantil sin fuero organizacional, todos con la misma cara, iguales en la diferencia. Con el abandono de los trabajadores y el rechazo enérgico de un sector del profesorado de planta, pero con el apoyo de otro de catedráticos, seguimos avanzando y decidimos no pedirle a la experticia que pulula en la universidad que nos dijera cómo había que hacerlo, no quisimos invocar muertos insepultos y tampoco les pedimos permiso. Avanzamos, como dice el poeta, haciendo camino al andar.
Luego de establecer las líneas rectoras del proceso, construimos un diagnóstico para saber a ciencia cierta cuál es la universidad que tenemos. No podíamos cambiarla o pensar en una nueva si no teníamos certeza de lo que la Ley 30 de 1992 y su ejecución cabal habían hecho de ella. Del diagnóstico nacerían los bloques temáticos para la discusión posterior, bloques que contaron con los invaluables aportes de los compañeros de la Universidad del Valle que nos habían visitado para conocer el proceso.
Entonces la cosa cogió forma: los bloques se establecieron, los actores también, incluso los no actores, o sea los que no podrían participar de la discusión. Una vez presupuesto y materializado lo que construimos todos y todas, la idea de constituyente universitaria empezó a rodar: fue a Cali para encintarse al Congreso de los Pueblos, a Bogotá al encuentro de la Mesa Amplia Nacional Estudiantil (MANE), espacio donde fue reconocida como una iniciativa programática local para la construcción de la propuesta de los estudiantes; y luego a la Universidad Tecnológica de Pereira (UTP). […] Hoy por hoy, seis universidades iniciaron las discusiones para declararse en Constituyente, otras nos invitan a sus asambleas generales para exponerles la propuesta y nuestra experiencia. Y valga decir que no se trata exclusivamente de un querer estudiantil o de un arrebato: profesores y trabajadores universitarios a nivel nacional lo ven como una posibilidad cierta para construir universidad.
Hemos empezado una nueva fase para fortalecer el diagnóstico, de cara a construir un texto definitivo para quienes iniciamos la marcha, pero tentativo para quienes se empiezan a unir al proceso. Se trata de la discusión constituyente por escuelas académicas o bloques disciplinares, a fin de fortalecer el movimiento. La idea, como desde el principio, es ampliar el espectro de la participación, y, contando con el esquema jurídico y el apoyo de otros sectores, profundizar nuestras conclusiones y empezar a trabajar por la universidad que queremos.
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los trabajadores obreros de la universidad de los andes (ULA) de la República Bolivariana de Venezuela, requerimos de estos avances progresistas….ya que la actual lucha sindical especialmente la del sector obrero, lucha estudiantil, y profesoral se encuentran sumergidos en un marasmo netamente politiquero, dirigidos por sectores económicos interesados en cercenar el pensamiento libertario universitario, es por ello que en todas las instancias sindicales inspectorías del trabajo, consejos universitarios, al consejo nacional electoral, hemos solicitado la constituyente universitaria, exigiendo apliquen la ley de educación universitaria, y que de una vez por todas terminemos con esos feudales, vitalicios, autoridades de la universidad, no hay elecciones de ningún grado, la universidad con una población universitaria de mas de 12 mil trabajadores y 40 mil estudiantes, dirigen la universidad 4 reyes y 10 caudillos en las facultades desde hace más de 8 años…MOVIMIENTO ESPERANZA OBRERA UNIVERSITARIA 21. SÍ A LA CONSTITUYENTE UNIVERSITARIA.