Si Kim Jong-il hubiera sigo guardián de los intereses de EE.UU., ¿sería considerado dictador o demócrata? - Ilustración: Roberto Rizzato

 Si Kim Jong-il hubiera sigo guardián de los intereses de EE.UU., ¿sería considerado dictador o demócrata? - Ilustración: Roberto Rizzato

Por: Pedro Echeverría V. – enero 14 de 2012

Gritaría algún tontito con pereza para reflexionar: ‘¡Dictadura es dictadura y democracia es democracia, no hay término medio ni duda alguna!’. Entonces alguien preguntaría: ¿Y se mide por la cantidad de años que una o varias personas ocupan cargos de poder? ¿por la cantidad de tiempo que domina una clase social, un partido, un grupo económico? ¿por la represión que pone en práctica, por las guerras que encabeza, por los asesinatos que se registran en su gobierno? ¿por el desplome económico, por la extensión de la miseria, por el mayor desempleo? ¿No será que la democracia, invento de Occidente, es un engañabobos que cada seis u ocho años lanza el velo para cubrir en EE.UU., Inglaterra, España, México, etc., el dominio absoluto de una clase dominante sobre la inmensa mayoría de la población? ¿Será que las caras que cambian o brincan de un cargo a otro sirven sólo para atontar la mente?

El modelo de EE.UU., en el sentido de que dos partidos que pertenecen a los más poderosos multimillonarios yanquis y que hace más de 200 años se turnan el poder, no tiene nada que ver con eso que dicen de “gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo”. El pueblo norteamericano nada tiene que ver en la selección de candidatos, elección y medidas de gobierno. ¿Le consultan al pueblo, autoriza acaso, las miles de guerras, invasiones y saqueos que realizan sus gobiernos en el mundo? Cada cuatro u ocho años una cara nueva aparece en la Casa Blanca con el compromiso de obedecer a las empresas armamentistas, petroleras transnacionales o a los hombres más poderosos, del tipo Rothchild, Morgan, Rockefeller. ¿No es acaso una formidable dictadura disfrazada de democracia? ¿Acaso no es lo mismo que sucede en el juego de partidos y electoral en el Reino Unido, España, México, Colombia, etc.?

Es común que personas desprevenidas aseguren que ‘la mayoría de los hijos de dictadores optan por un destino bastante fácil: suceder en el poder a sus padres’. La muerte de Kim Jong-il con la casi segura sucesión por parte de su hijo, Kim Jong-un, pone de manifiesto el nepotismo en las dictaduras de todo el mundo. Sin embargo, heredar el cetro no fue el destino de Kim Jong-un desde su nacimiento. Primero, su padre descartó a sus dos hermanos mayores: a uno, Kim Jong-nam, por intentar viajar a Japón con un pasaporte falso; y al otro, Kim Jong-chul, por ‘afeminado’. En Libia, el coronel Muamar el Gadafi derrocó una monarquía para imponer una dictadura con los mismos tintes nepotistas. El Estado era su familia y su familia era el Estado. En ese escenario, el ejército no era más que una brigada de seguridad personal y, por tanto, no cabía en ninguna cabeza que no fuera alguno de sus hijos los que le sucedieran en el poder.

¿No es acaso la misma visión yanqui y de Occidente la que pregona que ‘si no están conmigo, si no hacen lo que ordeno, si no me apoyan, son dictadores; si, por el contrario me defienden y me imitan, son gobiernos democráticos’?. Los Somoza en Nicaragua, los Trujillo de República Dominicana, los Strossner de Paraguay y los Duvalier de Haití fueron gobiernos democráticos mientras apoyaron a EE.UU. en la ONU, la OTAN y la OEA, o le aportaban petróleo, recursos minerales y humanos. Pero, por el contrario, los gobiernos rebeldes al estilo Mao, Kim Il-sung, Gadafi, Castro, Chávez, Morales, que denuncian sus guerras, robos y saqueos, son calificados como ‘gobiernos dictatoriales’ y los medios de información son obligados a hacer campaña contra ellos. ¿No es, acaso, este asunto de dictaduras y democracias una posición ideológica que responde a intereses de clase económica y social?

¿Tendrán siquiera una idea de quién fue Kim Il-sung? Ninguna, ni tampoco hay preocupación por saber de qué se trata: les basta con repetir lo que les indican sus amos. ¿Estarán enterados de que fue el líder y fundador de la Corea que desde 1945 ha buscado construir el socialismo en ese país, bloqueado primero por Japón y luego por los EE.UU.? ¿Sabrán que ese personaje, desde 1926, fundó la Unión para Derrotar al Imperialismo (UDI) para lograr la liberación e independencia del país, primero de Japón y luego de EE.UU., mediante la idea Juche centrada en las masas populares y que fundó la guerrilla popular antijaponesa que triunfó quince años después? ¿Advertirán que la guerra yanqui contra Corea (1950 – 1953), que tanto los yanquis pasan en el cine y la TV, fue una guerra anticomunista y asesina que buscó separar el sur del norte coreano?

Según puede leerse, Corea del Norte es un país de alrededor de 25 millones de habitantes. Los norcoreanos han logrado importantes avances, sobre todo en su capital: Pyongyang. Es un país pequeño, pero ha lanzado dos satélites artificial para ponerlos a orbitar la tierra, cien por ciento producto nacional; ha adquirido la posición de país nuclear; ha implantado un nuevo sistema avanzado de producción de acero; impulsa la construcción para 2012 de viviendas para cein mil familias; ha creado nuevos métodos de producción de animales, horticultura y cultivo de frutas. ¿Pueden plantearse con simpleza los asuntos de las dictaduras y democracias sin reflexionar seriamente, sin estudiar la historia de los pueblos y olvidando que dentro de los países llamados democráticos la dictadura de los explotadores y opresores es descarada y brutal? Ésta es una simple reflexión que será mejor fundamentada al conocer más a fondo Corea del Norte.

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