Por: Sara Wiederkehr – 31 de enero de 2012
Parece coincidencia, pero podría no serlo: en julio de 2009, a 30 años del triunfo de la revolución sandinista, la expresidenta de Chile, Michelle Bachelet, le entregó el Premio Iberoamericano de Poesía Pablo Neruda al poeta nicaragüense, teólogo de la liberación y el primer ministro de Cultura del gobierno sandinista, Ernesto Cardenal. Esta distinción se convirtió en un hecho importante para la obra de Cardenal, que acaba de cumplir 87 años, y para la vida del revolucionario que en sus versos delineó con fuerza la vida que se iba transformando desde la caída del dictador Somoza hasta el gobierno del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) de la época, para el cual también cabría ese homenaje.
La poesía de Cardenal, más allá de los versos, tiene un sentido profundo. Vibra en la relación entre el poeta y el lector, recogiendo en su interior no sólo las flores que quedaron marchitas sobre la mesa sino también aquellos pasos de humanos, aquellas manos de quien amasa, aquella historia de un pueblo que, transformada en versos, permanece en la memoria y transforma el presente. La poesía es “un arma cargada de futuro”, decía Gabriel Celaya en su “Poesía urgente”, y puede ser revolucionaria sin ser escueta: no puede ser “sin pecado un adorno”.
El jurado que le otorgó el premio a Ernesto Cardenal consideró que su obra renueva “la tradición occidental clásica, aplicándola a la actualidad contemporánea”, y que “su interés y preocupación permanente por los pueblos originarios de este continente, y su compromiso político” le hacían merecedor del premio. Su obra, que es extensa, recoge elementos de los mitos mesoamericanos, no para explicar el pasado sino para entender el presente, logrando de esta forma lo que él llama poesía revolucionaria, un discurso liberador.
De pronto suena
en la noche una sirena
de alarma, larga,
larga.El aullido lúgubre
de la sirena
de incendio o de
la ambulancia
blanca de muerte,
como el grito
de la cegua
en la noche,
que se acerca y
se acerca sobre las calles
y las cosas
y sube, sube,
y baja
y crece, crece,
baja y se aleja
creciendo y bajando.No es incendio ni muerte:
es Somoza
que pasa.– Ernesto Cardenal
Elaboró, escribiendo sus poemas como discursos cotidianos, una metalengua a partir de elementos distintos recogidos de tradiciones vastas y momentos históricos, según el estudioso Iván Carrasco. Ernesto Cardenal es poeta, sacerdote y revolucionario, y él explica que las tres ocupaciones son una sola: si bien en su poesía el amor tiene una presencia fuerte, es éste un amor místico, revolucionario, social y erótico; es un amor que denuncia la presencia del tirano, que evoca gritos de libertad; es un amor que conjuga en un solo verso amor y revolución, y que sacude con fuerza, plasmando paisajes con la pluma.
Yo he repartido
papeletas clandestinasGritando
¡Viva la Libertad!
en plena calle
desafiando a los
guardias armados.Yo participé en la
rebelión de abril
pero palidezco
cuando paso por tu casa
y tu sola mirada
me hace temblar.– Ernesto Cardenal
En entrevista concedida a Aporrea, nos cuenta que de joven era un enamorado y que su sed insaciable de amor y belleza lo dirigió hacia la religión. A los 32 años ingresó a un monasterio en Gethsemaní (Estados Unidos), que abandonó para ir a Cuernavaca a estudiar Teología. Ordenado sacerdote en Managua, fundó en las islas Solentiname una comunidad cristiana, donde escribió uno de sus libros más conocidos: “El Evangelio de Solentiname”.
De alguna forma, el poeta va desarrollando una visión de la teología y la religión en estrecha relación con los problemas sociales y políticos de su pueblo, acercándose a la revolución y sosteniendo que entre el marxismo y el cristianismo no existe contradicción. Siguiendo esta línea, enfatiza en que desde la Teología de la Liberación se considera ‘el reino de Dios’ como un reino de la fraternidad, la igualdad y la justicia, es decir, que Jesús hacía un llamado a la revolución por un mundo socialista.
Ernesto Cardenal, nacido en 1925 en Granada (Nicaragua), participó activamente en la Rebelión de Abril de 1954 contra la dictadura de Anastasio Somoza García. Como miembro del Frente Sandinista de Liberación Nacional, fue nombrado ministro de cultura el 19 de julio de 1979, día del triunfo de la Revolución. Él se dice también chavista y, en su momento, señaló que “el nuevo Hitler es Bush”.
Nuestros poemas no se pueden
publicar todavía
Circulan de mano en mano
manuscritos
O copiados en mimeógrafo
pero un día
se olvidará el nombre
del dictador contra quien
fueron escritos,
Y seguirán siendo leídos.– Ernesto Cardenal
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Me gusta, el matíz y los tonos que describes progresivamente sobre el autor- obra, límite siempre difícil de establecer, permiten conocer, a quien no conoce y encontrar a lxs ya entendidxs, el espacio narrativo entre la poesía, la teoría y la práctica.