Por: Andrés Gómez – febrero 7 de 2012
Invitados por la Fundación Rosa Luxemburgo de Alemania, varios jóvenes dirigentes del movimiento social chileno realizaron una gira por Europa que pasó por Alemania, Holanda, Italia, Suecia y terminó, el pasado 10 de febrero en Suiza, donde denuciaron la criminalización de la protesta que se vive hoy en Chile y la situación del pueblo Mapuche. Adicionalmente, se realizaron charlas, ruedas de prensa y entrevistas con parlamentarios europeos acerca de la situación del movimiento social chileno que inició en 2006 con las marchas de estudiantes de secundaria y que para 2011 contaba con trabajadores, estudiantes de secundaria y universitarios, y con el masivo apoyo de la sociedad chilena.
Karol Cariola, secretaria general de la Juventudes Comunistas de Chile; Camila Vallejo, vicepresidenta de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile (FECH); y Jorge Murúa, dirigente nacional de la Central Unitaria de Trabajadores (CUT), relataron que el movimiento estudiantil, que demandaba educación de calidad y sin ánimo de lucro, pasó a ser un movimiento social que busca transformaciones sociales de envergadura. Los jóvenes enfatizaron que el movimiento “masivo, amplio y transversal”, como lo definió Camila Vallejo, exige, entre otras demandas, una reforma tributaria y el derecho al voto de los chilenos residentes en el exterior.
De pingüinos y cacerolas a reformas tributarias
En 2006 los estudiantes de secundaria chilenos, a quienes se conoce coloquialmente como pingüinos, realizaron manifestaciones masivas en las que exigían, entre otras demandas, la derogación de Ley Orgánica Constitucional de Enseñanza, legado de la dictadura de Pinochet, y que se pasara de la municipalización de la enseñanza a la financiación estatal. La protesta de los pingüinos mobilizó 100.000 estudiantes y logró que 600.000 se adhirieran al paro.
A pesar de que se derogó la Ley Orgánica Constitucional y de que se instauró Ley General de Educación (LGE) en 2009, la situación no cambió de forma sustancial, por el contrario, la nueva ley mantiene la estructura de financiación en la que el Estado asume sólo el 25% de los costos educativos, mientras que las los chilenos asumen el restante 75%. Esto motivó que los estudiantes se lanzaran de nuevo a las calles y, como producto de las movilizaciones, los universitarios acompañaran a los de secundaria y se realizó un congreso estudiantil en agosto.
Karol Cariola aseguró que, debido a este trabajo conjunto y organizativo, los estudiantes en 2010 pudieron acompañar a las víctimas del terremoto que aquejó al país austral y que, por medio del voluntariado en función de los afectados, se “consolidó la capacidad de los estudiantes para organizarse, actuar en conjunto y responder mejor y antes que el gobierno”. Además, aseguró que ya en 2011 el movimiento estudiantíl se transformó en movimiento social y que esto se debió a que los estudiantes pusieron en evidencia que el país, si bien no es víctima de una dictadura militar, es víctima de la dictadura del neoliberalismo. Además, afirmó que “el 80% [de los chilenos] afirma que la ditribución es injusta y el 70% se siente explotado”.
Por su parte, Camila Vallejo denunció que la clase media chilena paga entre tres y cuatro veces el costo de la educación universitaria y que esto se debe a la participación privada y a los créditos con los que los bancos financian los estudios. Vallejo aclaró que un año en la universidad debería costarunos 4.000 euros, pero que, con el sistema de créditos, las familias chilenas terminan pagando entre 12.000 y 16.000 euros al año. “Las reformas han traído una profunda segregación socioeducativa. El Observatorio Ciudadano de la Educación (OCE) dice que el sistema chileno está estructurado por clases sociales y que […] estas desigualdades generan que la clase media pague más que los ricos”, aseveró.
La líder estudiantíl enfatizó, al igual que Karol Cariola, que el movimiento ha logrado contar con el acompañamiento de diversos sectores y que eso se ha logrado gracias a las actividades lúdicas, que se han convertido en nuevas formas de contrarrestar la influencia de los medios de comunicación que “falsean realidades”. De igual manera, afirmó que esto ha permitido dar un nuevo significado a las formas de hacer política, lo que ha derivado en apoyos de diversos sectores y ha logrado que, incluso, madres de familia salieran a protestar haciendo sonar sus cacerolas.
Para la dirigente, el movimiento ha logrado que la gente se tome las plazas públicas y que se recomponga el tejido social: “el movimiento ha demostrado que la lucha por la educación es una antesala de la recuperación de los derechos sociales”. En 2011, 1’500.000 personas se movilizaron en apoyo a las demandas de los estudiantes.
Jorge Murúa aseguró que, debido a las marchas, se han generado nuevos espacios políticos que permiten llevar la protesta y demandas de la sociedad más alla de la educación igualitaria, pública y gratuita, la desmunicipalización de la educación pública y el aumento en el presupuesto destinado a la educación. El líder del sector de los trabajadores relató que, en diversas regiones del país, se realizan mesas ciudadanas y que de ahí están “saliendo los candidatos a alcaldes y concejales”. El dirigente de la CUT aseguró también que el movimiento pretende “seguir profundizando la quiebra de la fractura del sistema”, para lograr no sólo una reforma tributaria y el voto de los chilenos residentes en el extranjero sino un cambio en una Constitución que, desde 1981, ha profundizado las desigualdades sociales en Chile.
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