<strong>Por: Ingrid Storgen</strong> Hace pocos días una foto recorrió el mundo: reflejaba la imagen del espanto imposible de describir. Era la foto de un niño, Julián Vélez, quién yacía con su camisita rota y sus tremendos ojazos sin vida mirando al cielo como preguntando algo que nadie podría responder: ¿por qué? La foto, que salió a luz luego de varios años de silencio, mostraba los pequeños calzoncillitos a la altura de sus rodillas exponiendo lo que se le había amputado. ¡Todo él era tan pequeño!

Por: Ingrid Storgen – noviembre 2 de 2007

Hace pocos días, una foto recorrió el mundo: reflejaba la imagen del espanto imposible de describir. Era la foto de un niño, Julián Vélez, quien yacía con su camisita rota y sus tremendos ojazos sin vida mirando al cielo, como preguntando algo que nadie podría responder: ¿por qué?

La foto, que salió a luz luego de varios años de silencio, mostraba los pequeños calzoncillitos a la altura de sus rodillas exponiendo lo que se le había amputado.

¡Todo él era tan pequeño!

Ocho añitos arrancados de esta vida en apenas minutos, por fieras de la muerte absurdamente injustas.

Julián murió desangrado: sus testículos arrancados a filo de machetazo paramilitar. Uno ve sin querer la escena mientras piensa si acaso nos estamos volviendo locos, negándonos a aceptar que semejante atrocidad podría haberla causado un hombre.

Confieso que, al verla, lo único que pude hacer fue llorar –¡Qué otra cosa, por favor!–, llorar de rabia y dolor, de impotencia y de un odio que se enfrenta contra otro odio, el de las bestias malditas que tal vez también tienen hijos como Julián.

Los 8 años del niño fueron un ‘crimen’. Por ello, había que atentar contra él hasta dejarlo morir desangrado para que sirviera de ejemplo. ¿Cómo se le pudo ocurrir nacer hijo de un dirigente de la Unión Patriótica del departamento del Meta, 150 km al sur de Bogotá? Ello justificó la masacre que se perpetró contra toda su familia, así como justificó y justifica las que se siguieron cometiendo.

El padre de Julián, Carlos Julián Vélez, era uno más de los que querían cambiar la historia de degeneración que se desarrollaba en su tierra y ese amor hacia el pueblo no lo perdonan los amorales. Carlos Julián Vélez, murió asesinado también ese septiembre de 1991, por una granada que impactó en su cuerpo y por un tiro de gracia en la cabeza, junto a su esposa y su hermano, que engrosaron la lista de tantos dirigentes de la Unión Patriótica cobardemente asesinados.

Hombre valiente, como se dice vulgarmente: con cojones. Por ello. había que arrancárselos al hijo, dejando que se desangrara hasta que se la vida se le escapara en medio de sus piernitas.

Después de Julián, los días siguieron su curso de terror y muerte. Con el tiempo todo se olvida y él no habría de ser la excepción.

Sus ejecutores continúan sus hazañas cobardes. El mismo odio enquistado, las metástasis de ese cáncer que es el paramilitarismo, que se extiende por todo el territorio. ¿Quién sabe cuántos Julián más habrán corrido destinos similares?

En pleno año 2007, ya comenzado un nuevo siglo, la masacre sigue sin condena efectiva. El paramilitarismo está en el gobierno, el gobierno trabaja para su legalización y el imperio y el Mossad entrenan más paramilitares para que apliquen el machetazo ejemplificador sobre los Julián que sean hijos de luchadores.

Mientras tanto, las iglesias, eternas instigadoras al silencio, siguen guardándolo. Rumiando entre dientes su hipocresía, bajo cúpulas de oro y piedras preciosas, afirmando con su eterna y sacrosanta contradicción que ‘antes entrar un camello por el ojo de una aguja que un rico al Reino de los Cielos’.

¿Qué le importa a la iglesia un Julián más o uno menos?

Quisiera acompañar esta nota con la foto del niño, pero confieso que no puedo: es tan fuerte que mis ojos se niegan a verla nuevamente, aunque quedó estampada en mis retinas y en el alma.

Así también las letras se niegan a unirse para formar más palabras.

¿Qué más decir ante el recuerdo de tan tremendo espanto, cuando no se puede más que maldecir?

Si encuentras un error, selecciónalo y presiona Shift + Enter o Haz clic aquí. para informarnos.