Capturas como la de Henry de Jesús López Londoño alias 'Mi Sangre', jefe de los Urabeños, no implican el desmantelamiento del nuevo fenómeno paramilitar - Foto: Ministerio de Seguridad de Argentina

Capturas como la de Henry de Jesús López Londoño alias 'Mi Sangre', jefe de los Urabeños, no implican el desmantelamiento del nuevo fenómeno paramilitar - Foto: Ministerio de Seguridad de Argentina

Por: Laurence Mazure* – octubre 29 de 2012

Determinación y seriedad inéditas caracterizaron el tono y estilo del inicio formal de las negociaciones entre el gobierno colombiano y la guerrilla de las FARC-EP, este 18 de octubre, bajo los auspicios de la diplomacia noruega y cubana. El próximo 15 de noviembrese inciarán los diálogos en La Habana, mientras el mundo mira con gran expectativa el giro que marcan las negociaciones de la guerra colombiana.

Con estas negociaciones se presentan varios cambios importantes. En primer lugar, se reestablece el estatus político de esa guerrilla, condición escrita dentro de su historia pero que fue negada con el uso de la palabra ‘narcoterrorista’, que usó el expresidente Pastrana al terminarse los diálogos del Caguán y que continuó usando el expresidente Uribe durante sus dos mandatos consecutivos; en segundo lugar, a diferencia de anteriores gobiernos, es reconocible una tangible voluntad del equipo del presidente Santos de llegar a una solución negociada; y, como tercer factor para la paz, encontramos la actual expansión del neo narco paramilitarismo, un asunto que no se encuentra explícito en los diálogos pero es de primera importancia para esta negociación.

Este paramilitarismo, enemigo común de las dos partes, está hoy más que nunca estrechamente vinculado al narcotráfico e infiltrado en todos los niveles de la administración pública. El neo narco paramilitarismo es hoy en día la más grave amenaza contra el Estado colombiano, una situación que sabe utilizar el expresidente Uribe cuando agita a este sector y a sus aliados políticos y económicos para desestabilizar al presidente Santos.

Sin embargo, a pesar de la gravedad del tema neo narco paramilitar, éste fue el gran ausente en las declaraciones y debates del 18 de octubre pasado en Oslo. Este silencio es engañoso: le hace creer a la opinión pública que ‘la paz’ está casi a punto de materializarse, al reducir el conflicto colombiano al solo enfrentamiento entre las fuerzas del Estado y de las FARC-EP.

De narco paramilitarismo y parapolítica

A comienzos de 2012, el Instituto de Estudios para el Desarrollo y la Paz (Indepaz), publicó su informe de observación sobre la expansión del neo narco paramilitarismo. Así analiza Indepaz las contradicciones entre las estadísticas oficiales de las fuerzas de seguridad y el discurso triunfalista del oficialismo, también difundido por los grandes medios de comunicación:

A pesar de todos los esfuerzos realizados por la Policía, la lucha contra las Bacrim se ha convertido en un dolor de cabeza, sin importar los sendos resultados que se han dado en los últimos tiempos. Hechos como la muerte de alias ‘Cuchillo’ y ‘Giovanni’, líderes del Erpac y de Urabeños respectivamente; la captura de alias ‘Pablito’ y ‘Martín Llanos’; y el sometimiento a la justicia del Erpac despertaron un optimismo mediático, pero que poco o nada ha sido detonante real para su verdadera desaparición […] Es sólo hasta finales de 2011 que, en un acto de contrición, el exdirector de la Policía, general Óscar Naranjo, advierte al país la dimensión del problema: “La capacidad de reclutamiento de estas bandas criminales sigue siendo alta y, aunque hemos tenido 13.000 capturas desde 2006, no se ha logrado desarticular y desmantelar ese fenómeno”. Toda una revelación, si se recuerda que las autoridades han estado comprometidas con dar partes alentadores en la lucha contra las bandas.

El año 2012 comenzó con la presencia de por lo menos 8.000 ó 9.000 miembros armados de los grupos narco paras en más de 270 municipios en el país. Los mapas del informe que detallan la presencia de cada grupo en el territorio nacional ayudan a tener una representación más realista de lo que significa eso. Según Indepaz, la presente expansión neo narco paramilitar empezó cuando Uribe era presidente:

Hoy, las altas cifras de violencia tienen como responsables en primer lugar a las Bacrim. Y, aunque algunos análisis y personalidades políticas tienden a culpar al gobierno actual del ascenso del paramilitarismo por su aparente distanciamiento de la política de Seguridad Democrática, el punto realmente crítico debe buscarse paradójicamente en el segundo gobierno de Álvaro Uribe.

A pesar de la gravedad de su contenido y de lo serio de su metodología, el informe de Indepaz tuvo poco impacto en los grandes medios colombianos. De hecho, un silencio de plomo cayó sobre el tema paramilitar como amenaza al Estado colombiano en el mismo momento en que empezaron los acercamientos entre el gobierno del presidente Santos y la guerrilla de las FARC. Al contrario, las noticias sobre detenciones de miembros de grupos narco paramilitares son más que todo golpes publicitarios que buscan crear una percepción falsamente optimista hacia la situación real en el terreno del conflicto.

Así, el informe de Indepaz concluye que:

Ni los grandes operativos, ni los grandes golpes mandos altos y medios han desarticulado las estructuras o han expulsado del territorio a las bandas […] Por otra parte, las omisiones de información también son faltas a la verdad. En los documentos usados en todo el texto no se hacen balances de falencia de las estrategias aplicadas; no se han dado a conocer estadísticas o arqueos de la población oficial que ha estado comprometida con las Bacrim, papel que lo han asumido las ONG, como lo han hecho con la llamada parapolítica.

“La parapolítica sigue viva”

Y hablando de parapolítica, la situación es aún más preocupante: la lucha contra este flagelo sufrió un grave revés cuando, en septiembre, el exmagistrado Iván Velásquez, integrante de la Sala Penal de la Corte Suprema de Justicia, dimitió a su cargo. A lo largo de los cinco años pasados, Velásquez, conocido como el investigador estrella de la parapolítica, llevó a juicio más de 50 miembros del Congreso de la República por ese delito y abrió más de 125 investigaciones. Pero, recientemente, la manipulación del juego de las nominaciones cambió la composición de la corte para darle una orientación claramente política y hostil hacia la labor que él venía desempeñando.

“La parapolítica sigue viva”, dijo Velásquez en una entrevista otorgada al periódico El Tiempo, en la cual, además, subrayó los limites de los trabajos previos de la corte sobre este asunto: “La corte se limitó a investigaciones por concierto para delinquir, vínculos de congresistas con paras para aspirar o seguir en el Congreso, pero no profundizó en lo más importante: develar las estructuras criminales que hay en el país, en las que los congresistas son sólo la cabeza visible, y que constituyen andamiajes basados en nexos políticos y económicos con funcionarios corruptos”.

Un reciente artículo de Semana trata de dar una idea de la penetración en la administración pública, es decir, en el aparato del Estado, por los intereses paramilitares, pero de una forma optimista que contradice los análisis de Velásquez. Además, concluye la revista, de clara influencia santista, con la presentación de estadísticas aterradoras que muestran al paramilitarismo y su influencia como un problema ya pasado y resuelto.

Es urgente poner el tema del neo narco paramilitarismo en las negociaciones entre gobierno y FARC, igual que en los debates de la opinión pública y en la reflexión de los think-tanks que ahora asumen un silencio paradójico hacia el asunto. Sin embargo, podría resultar gravemente errada la inclusión de los exjefes paramilitares, hoy detenidos en EE.UU., en las negociaciones: mas allá de toda consideración política o jurídica, estos exjefes hoy en día no representan a los que vienen reconfigurándose, armándose y reclutando en el terreno del conflicto, y que tratan de sabotear las restituciones de tierras y otras iniciativas claves, de las cuales depende la posibilidad de que Colombia pueda conocer, en algún momento del futuro, un estado de paz en su territorio nacional.

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* Laurence Mazure fue corresponsal en Colombia de Radio France International entre septiembre de 1998 y julio de 2000, periodo durante el cual cubrió las negociaciones del Caguán. Entre 2007 y 2010 fue corresponsal de La Libre Belgique y Le Courrier de Suiza, además de colaboradora puntual de Le Monde diplomatique.

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