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Junio 16 de 2008

Cuando el precio del barril del petróleo aumenta hasta acercarse a los 140 dólares, el precio de uno de los principales combustibles derivados de este hidrocarburo, la gasolina, ha aumentado encontrándose en uno de los promedios más altos en la historia, al superar los 4 dólares por galón para los países importadores. Este precio no supera el dólar en países productores como Venezuela y Arabia Saudita. En Europa, aparte del alto costo, los incrementos en lo corrido de 2008 ha alcanzado, aproximadamente, un 20% y, en el último año, casi un 40%.

La semana anterior miles de transportadores en España dieron inicio a la huelga más importante en los últimos años del gremio. Convocada por la Federación Nacional de Asociaciones de Empresarios de Transporte Discrecionales de Mercancías (Fenadismer), que agrupa a casi un tercio de los transportadores y representa principalmente a los camioneros independientes y a las pequeñas y medianas empresas del sector, la huelga ha consistido en el taponamiento de vías y en las llamadas “protestas a paso de tortuga” en las vías internas e internacionales. Con la realización de esta acción de protesta se afectó el tránsito de las más importantes ciudades de España como Madrid y Barcelona, y las fronteras con Francia y Portugal. Sin embargo, no participaron las grandes flotas de multinacionales, que tienen una gran participación en este sector de la economía. A la huelga de España se suman también las del sudeste de Francia y concentraciones por todo Portugal.

El centro de la protesta es, precisamente, el alza en el precio de los combustibles, que repercute directamente en los costos que deben asumir los transportadores a la hora de cumplir con el servicio. Los huelguistas exigen el establecimiento de una tabla mínima del precio que se les paga por los fletes que garantice, por lo menos, los costos del servicio más un excedente. Sin embargo, el eje de la polémica con el gobierno es que, según éste, no se puede establecer una tarifa mínima para el costo de los fletes sino que ésta debe mantenerse bajo la política de libre mercado.

La situación es que para los transportadores independientes, así como para las pequeñas y medianas empresas de transporte, es difícil entrar en la competencia por los precios de los fletes frente a las grandes flotas nacionales y multinacionales, que tienen unas tarifas mucho más bajas. Por esto, su enfrentamiento con los monopolios exige de medidas que permitan que los costos de gasolina no sobrepasen lo que se les paga por transportar, es decir, mejorar el precio de dichos fletes, que justamente implicaría establecer unos mínimos ajustados a los precios del combustible.

Uno de los principales problemas que denuncian los transportadores es la práctica del dumping, que significa que una empresa vende un producto o servicio en el mercado internacional a precio inferior al que se vendería en su propio mercado nacional, empleada permanentemente por las grandes flotas multinacionales. Cabe aclarar que a estas últimas las alzas no les son perjudiciales, ya que no son los únicos negocios de las que se lucran y porque disminuyen los costos de los fletes bajando el salario a sus trabajadores. En últimas, se trate de un trabajador contratado por una gran empresa o uno independiente, ambos son lo que finalmente los que asumen los costos del alza.

En otros países, como Francia, existen sistemas de tarifas mínimas a los fletes como medidas antidumping, las cuales también se podrían aplicar en España, a pesar de que el gobierno con su negativa deja el camino libre a los grandes empresarios y ofrezca, a cambio, medidas atenuantes a los huelguistas, como: la posibilidad de acceder a préstamos de emergencia, rebajas en los costos de los parafiscales y en impuestos para la empresas, incentivos para renovar los camiones e indemnización a los de mayor edad para que se jubilen antes de tiempo, buscando en principio acabar con la huelga y, en el mediano y largo plazo, motivar a los transportadores pequeños, medianos e independientes a retirarse del mercado.

En ese afán por terminar con la parálisis en el sector, el gobierno firmó un primer acuerdo con los transportadores que no se adhirieron a la huelga, en el que se pactó reducción de impuestos y la posibilidad de subsidios a los transportadores. Pero, a los conductores que manejan su propio vehiculo o que hacen parte de pequeñas y medianas empresas, a los que estas medidas no les benefician, no firmaron dicho acuerdo.

Para contrarrestar el paro de transportadores, el gobierno español ha utilizado la fuerza intentando levantar para levantar el paro, deteniendo a más de 100 manifestantes a los largo de las carreteras bloqueadas y enviado caravanas de camiones aseguradas con fuerza pública para cubrir las necesidades de abastecimiento de las provincias de España y para mantener las exportaciones que se realizan por vía terrestre a países vecinos.

Con el sector de transporte de carga estancado, con unos 15.000 automotores paralizados y con un promedio de 270 euros de pérdida diaria por camión, se estima que las pérdidas globales podrían estar alrededor de unos 4 millones de euros por día, unos 10.732 millones de pesos colombianos.

Una de las principales preocupaciones es el posible desabastecimiento de alimentos, situación que contrasta con la época de cosecha de frutas y hortalizas en la región, con perdidas calculadas diariamente, sólo para España, en unos 15 millones de euros, o 39.736 millones de pesos colombianos. En España, los consumidores hacen filas en los supermercados para abastecerse, previendo una posible escasez de productos.

Otro de los impactos hacia las grandes multinacionales está en la producción industrial, especialmente en el sector de vehículos y de productos químicos, que dependen del sector transporte para su abastecimiento, pues sus provisiones se pueden agotar en tan sólo una semana, provocando grandes pérdidas a los monopolios que controlan esos sectores.

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