Los obreros y trabajadores en Colombia son principalmente jóvenes - Foto: Iván David Gómez Arce

Los obreros y trabajadores en Colombia son principalmente jóvenes - Foto: Iván David Gómez Arce

Por: Pierkey Herrera Taboada – junio 6 de 2013

La juventud es el futuro. Esta frase, aunque cliché, es verdadera: no hay sociedad, organización o proceso que pueda permanecer en el tiempo, desarrollarse y fortalecerse sin que las nuevas generaciones asuman la tareas que el futuro depara. Por eso, las organizaciones y sociedades históricamente han impulsado procesos de formación e inclusión de sus jóvenes para garantizar su supervivencia histórica y proyectar su desarrollo futuro.

Esta idea, que parece obvia y de sentido común, fue ignorada durante muchos años por el sindicalismo colombiano, afanado como estaba en sobrevivir el exterminio físico impulsado por el paramilitarismo durante la década de los 90 y al exterminio político impulsado por el Estado neoliberal, situación que se sumó a la falta de visión estratégica y a la implantación de malas prácticas organizativas y políticas en las principales centrales obreras, que impidieron su fortalecimiento y facilitaron que hoy el porcentaje de vinculación a estas organizaciones apenas supere el 4% de la población trabajadora.

Es claro que las principales causas del bajo índice de sindicalización de los jóvenes trabajadores son la precarización laboral impulsada por sucesivos gobiernos y las políticas económicas neoliberales que empujan al desempleo a la mayoría de la población menor de 30 años. Las cifras son elocuentes: de acuerdo con el DANE, entre enero y marzo de este año, la población joven (14 a 26 años) presentó una tasa de desempleo de 20,3%, situándose esta cifra por sexo en 26,5% para las mujeres y 16% para los hombres y, con respecto al mismo período del año anterior, el desempleo de las mujeres disminuyó 2,5 puntos porcentuales, en tanto que para los hombres se incrementó 0,7 puntos porcentuales.

Lo anterior es lo que un sindicalista marxista llamaría ‘las condiciones objetivas’, es decir, aquellas que se salen de la voluntad expresa del movimiento sindical. Sin embargo, en lo que quiero hacer mayor acento es en esas cosas invisibles, comportamientos, actitudes e incluso concepciones que, al interior del movimiento sindical, impiden el avance de nuevos liderazgos, de nuevas generaciones que impongan su toque sin dejar de soñar con el socialismo propuesto por Marx a los obreros desde el siglo antepasado.

En primer lugar, debo decir que algunos –léase bien, dice algunos– dirigentes sindicales que llevan mucho tiempo desempeñando funciones en las direcciones de sus organizaciones consideran que las tareas que desarrollan no pueden ser desempeñadas por nadie más, que son los únicos que han nacido para hacerlas y que, por lo tanto, no se pude brindar la oportunidad a otra persona y menos si es un joven sin experiencia. Olvidan que alguna vez no sabían lo que hoy saben y que fue la lucha por aprender la que les permitió ganar ese importante conocimiento. Olvidan que pueden convertirse en los tutores y mentores desinteresados de las nuevas generaciones de dirigentes sindicales.

De otra parte, es importante que nos preguntemos cuántas veces hemos gritado las consignas con fuerza, con claridad y con convicción. Lo hemos hecho en innumerables ocasiones y habrá que seguir haciéndolo, pero hay que decir que el hecho de repetir lemas sin nada más no nos acerca a los jóvenes: tenemos que buscar formas nuevas, encontrarlos en las redes sociales y hacer un esfuerzo de diseño para que nuestro material publicitario deje de ser feo y aburrido, para que los comunicados dejen de ser panfletos eternos que nadie lee. No podemos creer en el poder mágico de una frase. Hay que buscar una estética sindical que mantenga el espíritu de lucha, pero que también recoja los símbolos que hoy manejan los jóvenes trabajadores.

Sucede también que algunos compañeros expresan públicamente su deseo de que los y las jóvenes sindicalistas expongan sus ideas y hagan sus encuentros, pero que cuando éstos deciden asumir responsabilidades o proponer su nombre para ser elegido a cargos de representación dentro de los sindicatos, inmediatamente sacan comentarios como ‘puedes hacerlo, pero aún no’ o ‘primero gatee, mijo, y después corra’. Es como decirle a los jóvenes que sólo sean parte del paisaje, pero que no lo transformen. Esta idea debe ser cuestionada políticamente, especialmente, impulsando la actividad sindical de los jóvenes que, dicho sea de paso, es muy limitada.

Esto último nos lleva al siguiente problema. No todo es culpa de los compañeros directivos tradicionales y hay que reconocer que los jóvenes que hoy se vinculan laboralmente no están interesados en hacer parte de los sindicatos por múltiples razones: contratación laboral precaria que dificulta la sindicalización, extenuantes jornadas de trabajo, múltiples actividades adicionales exigidas por la sociedad contemporánea, convenciones colectivas que no aplican a los nuevos trabajadores, mala imagen de los sindicatos, etc. De todas formas, no hay una opinión generalizada entre los jóvenes que los motive a vincularse. Venimos con la cultura de la desorganización, del esnobismo rampante, del nimierdismo y del individualismo que nos han sembrado en la cabeza para que pensemos que la estabilidad laboral y el bienestar social y familiar sólo vienen como consecuencia de un trabajo duro puesto por cada individuo y que la sola preparación profesional basta. Se nos olvida que los grandes cambios económicos y sociales son producto del esfuerzo colectivo y organizado, así sea a una escala menor como la cada empresa o rama de la producción.

Las anteriores son sólo algunas de las prácticas que hoy debemos revaluar para hacer de nuestra central una organización que combine el acumulado y experiencia de lucha de nuestros más aguerridos y aguerridas dirigentes sindicales con el empuje e iniciativa de las nuevas generaciones de trabajadores, permitiendo así que la CUT se fortalezca para enfrentar los escenarios de mayor explotación y miseria que hoy el capitalismo impone por doquier.

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* Presidente de Sintraong Pereira.

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