En Soacha, como en Suba, Bosa, Engativá y Ciudad Bolívar, la precariedad y la eclusión son motivos permanentes de las protestas - Foto: Camila Ramírez

En Soacha, como en Suba, Bosa, Engativá y Ciudad Bolívar, la precariedad y la eclusión son motivos permanentes de las protestas - Foto: Camila Ramírez

Por: Frank Molano – septiembre 24 de 2013

Según las variadas cifras de los medios, entre el 29 y el 30 de agosto, dos jóvenes murieron por impactos de bala en Bogotá, uno en Suba y otro en Engativá, así como cerca de 500 personas atendidas en los hospitales de Suba, Engativá, Ciudad Bolívar, Bosa y Kennedy. También se hablaba de 40 policías heridos y se mencionaba que los blancos de los hechos ‘vandálicos’ fueron las estaciones de Transmilenio, los CAI, el comercio en sectores focalizados de estas localidades.

En Suba, el barrio Los Almendros, algunos conjuntos residenciales y el sector de La Gaitana fueron los lugares con mayor nivel de confrontación entre los jóvenes y el Escuadrón Móvil Antidisturbios (Esmad) de la Policía. En Engativá, los barrios Villa Gladys, Marandú y La Rivera, aledaños al costado norte de la primera pista del aeropuerto internacional El Dorado fueron el escenario de la confrontación. Además, se menciona que los unifrmados detuvieron a más de 300 personas, de ellos el 60% corresponde a menores de edad y el resto a jóvenes menores de 26 años.

Para contener a los ‘vándalos’ el alcalde Gustavo Petro y el gobierno de Santos ordenaron la militarización de la ciudad y declararon el toque de queda en las localidades de Bosa, Suba y Ciudad Bolívar. La Policía también publicó un afiche con los rostros de 48 jóvenes –en su mayoría menores de edad– que, según la institución, serían ‘los vándalos más buscados’ y el general Rodolfo Palomino indicó que “con la ayuda de los buenos ciudadanos, identificaremos y ubicaremos a estos 48 desadaptados, por decir lo menos”.


La criminalización del precariado

El sociólogo británico Guy Standing plantea que las nuevas clases sociales en la globalización imperialista son: la élite, formada por el 1% de ciudadanos que controlan e influyen situaciones a nivel global; los asalariados –divididos entre el funcionariado, es decir, personas con trabajo a tiempo completo y estable; los proficians, que representan a los profesionales y a los técnicos autónomos, es decir, trabajadores por contratos de obras, consultores y otros que dependen de la demanda de sus servicios–; la clase obrera, con los trabajadores sin propiedad sobre los medios de producción pero con un sentimiento de comunidad e identidad profesional; y, por último, el precariado, que carece de derechos y no sabe si mañana obtendrá o no algún ingreso, si podrá o no estudiar, si podrá o no tener un futuro. En Bogotá, sin lugar a dudas el precariado lo conforman los jóvenes de los barrios populares.

Según fuentes oficiales, en Bogotá hay casi dos millones de jóvenes entre 17 y 26 años, que representan el 25% del total de la población. Se señalan dos grupos poblacionales: el comprendido entre los 13 y 17 años, que es de algo más de medio millón, y el comprendido entre los 18 y 26 años, de millón y medio de personas. Bogotá es una ciudad de jóvenes que se concentran en mayor cantidad en Suba, mientras le siguen Kennedy, Engativá, Bosa, Ciudad Bolívar y Usaquén.

Adicionalmente, no debe olvidarse que los jóvenes de las localidades más conflictivas en los motines urbanos de agosto, Suba, Bosa y Engativá, son los mismos que han generado miles de formas organizativas de tipo social, cultural, deportiva, religiosa, política que evidencian un rico tejido social juvenil.

Por otra parte, según los informes y diagnósticos de entidades como la Secretaría de Integración Social, se puede evidenciar que las zonas núcleo de los motines juveniles urbanos tienen serios problemas de marginalidad y exclusión social.

La UPZ Engativá es de reciente ‘desarrollo’ urbanístico. Es la más grande en extensión y una de las que cuenta con más los altos niveles de inmigración, como consecuencia de la recepción de población desplazada por la violencia. El principal problema que presenta es la baja calidad de vida de la población, en razón de su situación socioeconómica.

Asimismo, para Suba los barrios en donde se registraron los mayores disturbios son aquellos con mayor vulnerabilidad debido a sus condiciones socioeconómicas y de vivienda: El Rincón, La Gaitana, Lisboa, Bilbao y Tibabuyes, ubicados en las UPZ 71 y 28.

En una primera mirada explicativa a los motines, sus blancos fueron: Transmilenio, ciertos comercios, la Policía y algunas unidades residenciales, puesto que representan en la percepción de la juventud precarizada las expresiones materiales de la desigualdad e injusticia social. Un rastreo de prensa indica que, además, son estos sectores urbanos los que han protagonizado protestas contra Transmilenio y por mejores condiciones de vida.

De ahí que podríamos afirmar, en una primera y quizá apresurada conclusión, que la relación existente entre el paro nacional agrario y los motines urbanos de varias ciudades colombianas expresa las profundas contradicciones sociales de un país bajo los efectos del neoliberalismo, en el que coexisten y se disputan formas de producción y organización diversas, que se expresan en las diferentes luchas: la asonada, la turba, el saqueo son repertorios propios de las poblaciones precarizadas, mientras que los bloqueos, los paros y las huelgas expresan la inconformidad de los explotados del sector más articulado y formalizado por el capitalismo.

Aunque la represión y la estigmatización se generaliza, existe un componente de mayor odio hacia las luchas de los precarizados. Es el viejo odio de la élite a la juventud popular.

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