Por: Nelton Rivera – marzo 14 de 2017
Cualquier morgue en cualquier lugar del mundo es, con seguridad, el último lugar al que cualquier ser humano querría ir a parar. Tampoco nadie querría enfrentar el momento terrible de entrar a una sala de autopsia para reconocer la identidad de un cuerpo, permanecer horas o días para hacer los trámites y esperar que el cuerpo de su ser querido le sea devuelto.
Nadie puede ponerse en los zapatos de los padres de las niñas que murieron en el Hogar Virgen de la Asunción. Sin embargo, les juzgan. Es muy difícil estar con la incertidumbre de no encontrar a una hija, que nadie dé información sobre su paradero, saber si está viva o muerta. Lo que se sabe hasta ahora es que 40 niñas han muerto.
Según el Boletín 27 del Ministerio de Salud, fueron 39 las niñas atendidas en el hospital Roosevelt y en el San Juan De Dios. Además, 21 niñas fallecieron luego de ingresar a los hospitales. Este dato fue emitido el día 12 de marzo de 2017. Estas son las dos instancias que están dando información, las demás parece que no llevaban ningún control o niegan la información.
La desinformación sigue siendo la premisa desde el Estado, la Secretaria de Bienestar Social de la Presidencia, la Procuraduría General de la Nación y de las otras instituciones gubernamentales en Guatemala. Nadie sabe las condiciones en las que se encuentran cientos de niños y niñas que fueron trasladados a otros centros estatales o privados. Instancias de derechos humanos y de protección de la niñez luchan por obtener datos y hasta ahora no hay información completa de la situación general de todas las niñas.
Cinco días han pasado de la masacre y la justicia no llega a los autores materiales e intelectuales de esta. Solo se han dado dos destituciones, la del director del Hogar Seguro, Santos Torres, el mismo día 8 de marzo; y la segunda, de Carlos Antonio Rodas Mejía, titular de Secretaría de Bienestar Social (SBS) de la Presidencia, en medio de fuertes críticas de la población. El mismo presidente Jimmy Morales salió en su defensa, argumentando que no habría ninguna destitución más que la del director del centro.
El sufrimiento de las familias
Durante dos días he presenciado en el Instituto Nacional de Ciencias Forenses de Guatemala (Inacif) el dolor y la rabia de cada madre y padre de varias de las niñas que fueron asesinadas en ese ‘hogar seguro’. Nadie, estoy seguro, puede imaginar lo que sienten. Aún hay niñas sin reconocer, aún hay niñas desaparecidas. Oficialmente confirmaron que son 40 las que están muertas. ¡Son tantos hogares los que fueron golpeados!
El personal del Inacif trabaja a jornada doble frente a esta crisis humanitaria, corre contra el tiempo para terminar de identificar a las niñas que ingresaron a la morgue. Un imbécil se dice presidente y los criminales y los asesinos siguen impunes, libres en la calle, sentados en una silla con cargo público o detrás de un escritorio empresarial.
El 8 de marzo de 2017, toda la sociedad guatemalteca fue sacudida de un solo golpe. Una de las atrocidades más grandes en la historia de este país y de la humanidad, dirigida específicamente a las niñas, fue cometida por el Estado guatemalteco. A las ocho de la mañana fueron masacradas 19 niñas en el Hogar Seguro Virgen de la Asunción bajo la custodia de la Secretaria de Bienestar Social de la Presidencia.
Las primeras niñas sin vida fueron ingresadas a la morgue del Inacif el mismo día, 8 de marzo. Murieron 19 en las primeras horas. Luego fue creciendo la cantidad. De las salas de emergencias de los hospitales Roosevelt y San Juan De Dios, ambos nacionales, comenzaron a enviar en sus ambulancias los cuerpos de otras niñas que no sobrevivieron al incendio.
Ese miércoles 8 de marzo fueron 20 niñas las que murieron, el jueves 34, el viernes 37, el sábado 38 y el domingo sumaron 40 en total.
El resto de instituciones del Estado no ha tenido la capacidad de entregar la información precisa de la situación de todas las demás niñas y niños. No sabemos si la masacre puso en crisis a las instituciones, no existe la voluntad política para hacerlo o sencillamente están encubriendo algo más.
La ayuda humanitaria llega desde la gente
“Podríamos estar ante una estructura sofisticada que abusó permanentemente de menores y que contó con la protección de los agentes de la Policía Nacional Civil”. Estas fueron las palabras del diputado Amílcar Pop, mientras interpelaba a varios funcionarios públicos en la Casa Larrazábal el 9 de marzo.
La pena, la rabia y el dolor fue un poco más leve con la ternura y la dedicación de un grupo de voluntarias, de medio centenar de desconocidas, solidarias y amorosas personas.
Aunque resulta poco e insuficiente para calmar el dolor de las familias de las niñas, no les han faltado los abrazos, las palabras reconfortantes, la ayuda, el apoyo y la comida. Allí están el atol y el café bien calientes, un lugar en dónde dormir y apoyo legal de gente solidaria, pero esto es insuficiente.
En esa morgue fría, pegada a ese gigantesco cementerio, a las coronas de flores del mercado y las funerarias, durante el día y la noche llega de forma anónima, pero llena de amor y solidaridad, mucha gente a compartir con las familias que ahí esperan.
Estas letras se las quiero dedicar a Mayra, Stef y un pequeño batallón que ha hecho posible lo que este Estado no puede ni podrá hacer. También a toda esa gente que llega al Inacif cada noche a dejar un poco de amor. Con su esfuerzo nos devuelven un poco de humanidad.
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* Publicado originalmente por Prensa Comunitaria KM169.
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