Por: Carlos Carrillo – abril 11 de 2016
Durante más de 15 años, el señor alcalde de Bogotá ha viajado por el mundo gracias al generoso patrocinio del Instituto para el Transporte y las Políticas para el Desarrollo (ITDP, por sus siglas en inglés). Estos viajes han tenido como único fin vender la ‘exitosísima’ obra del ‘visionario’ en Bogotá y persuadir políticos para que decidan poner en marcha sistemas de Autobús de Trántiso Rápido (BRT, por sus siglas en inglés), como Transmilenio, que ellos diseñan y acompañan. Ahora, que Peñalosa ha regresado al poder, parece que estas reuniones tendrán lugar en el Palacio Liévano y nosotros pagaremos los tintos.
Me gustaría escribir sobre cosas distintas a la movilidad en Bogotá, por ejemplo sobre las elecciones en los Estados Unidos o sobre cosas que no tengan nada que ver con la política. Pero, ante el apabullante desinterés de los medios por investigar el conflicto de intereses del alcalde, me veo obligado a fatigar a los lectores recalcando la manera en que los intereses personales del señor Enrique Peñalosa están socavando nuestra democracia.
Enrique Peñalosa es el ser humano más asociado con la promoción del transporte por medio de autobuses en el mundo. Su nombre es prácticamente una marca registrada. Esta no es una afirmación ligera, es un hecho que puede documentarse con artículos académicos de toda índole, con publicaciones en periódicos, noticieros, documentales, comerciales de Volvo, etc. Pero, ahora que es nuevamente alcalde, ¿ha abandonado su labor como promotor de los sistemas BRT en el mundo?
Esta no es, por supuesto, una fotografía de Henri Cartier-Bresson o de Robert Capa, no hay en ella pretensiones artísticas ni pericia. A decir verdad, no tiene el más mínimo mérito técnico: Jiménez de Quesada quedó decapitado y a duras penas se distingue a quien está hablando, pero muchas cosas pueden leerse entre líneas. En la imagen predomina el carmesí de los manteles y, como es usual, el personaje más importante está al centro. El fotógrafo, Ke Fang, arquitecto y alto consultor en temas de transporte para el Banco Mundial, recortó a uno de los asistentes, de quien solo vemos parte de sus manos, para no alejar del centro al más poderoso de quienes aparecen en el cuadro: el alcalde de Bogotá, Enrique Peñalosa.
Además de banderas, conquistadores, manteles y tazas, vemos a una delegación de un lejano país africano. El alcalde con la mano en la barbilla escucha con atención lo que dice el invitado keniano. Pero, ¿qué hacen en Bogotá? ¿Vinieron desde África solo para disfrutar de la calidez de nuestra gente en la estación de la avenida Caracas con 76? ¿Pasaban por acá y decidieron parar a saludar al gurú de los autobuses?
Quienes hayan leído sobre el trancón de intereses de Peñalosa ya deben intuir por donde va el agua al molino. Nuevamente se trata del ITDP. Vale la pena aclarar acá que el señor alcalde no solo hizo parte de la junta directiva de esa ONG y la presidió por años sino que Peñalosa es el ITDP, porque Transmilenio y Peñalosa son sinónimos.
En sus primeros 15 años, el ITDP fue una organización dedicada a la promoción del uso de la bicicleta. Los entonces jóvenes ciclistas enviaron miles de bicicletas a Nicaragua y seguramente es a ellos a quienes debemos la insistencia de Peñalosa en promover el uso de la bici, uno de los aspectos más admirables de sus políticas públicas.
Pero fue su participación en el desarrollo de Transmilenio lo que los catapultó a la estratosfera del ambientalismo, como la misma organización lo deja muy claro en su página web. Fue este trabajo mancomunado con Peñalosa el que les permitió ampliar su portafolio de servicios y ha sido la cara del alcalde la que ha hecho el milagro en cientos de ciudades. No se necesita ser suspicaz, como afirmaron algunos medios, para ver con preocupación el estrechísimo vinculo de Peñalosa con sus amigos neoyorquinos.
En el mundo capitalista en el que nos tocó vivir, el mercado manda y la competencia es legitima, la gente tiene todo el derecho a hacerse rica vendiendo un producto o un servicio. Reitero, no hay nada condenable en el éxito profesional. Lo difícil de creer es que alguien que ha dedicado su vida a vender un producto, una vez en el poder, vaya a gobernar para favorecer a su competencia. Alguien que ha trabajado por décadas para crear una reputación alrededor de los sistemas tipo Transmilenio no va usar el poder para contradecir su teoría personal, según la cual un tren es igual a un bus articulado, pero 20 veces más caro.
Como se ha dicho antes en este blog, la relación del alcalde con la reconocida ONG promotora a ultranza de los Transmilenios genera un enorme conflicto de intereses. Así lo dejó claro en su recusación el concejal Manuel Sarmiento. Pero, para la mayoría de la gran prensa los circunloquios del alcalde sobre las ruedas de Transmilenio fueron suficientes y nadie ha sido capaz de tomarse la molestia de dedicarle un par de horas a investigar el asunto, mucho menos de exigir desde sus tribunas privilegiadas respuestas claras o pruebas de que Peñalosa efectivamente ya no tiene vínculos con el ITDP.
Blu Radio, por ejemplo, se limitó a llamarlo, extenderle un afectuoso saludo e insinuar que todo el asunto del conflicto de intereses era una retaliación política de la izquierda. ¡Y listo! la prensa no es capaz de investigar pero sí es capaz de absolver. De la misma línea son las editoriales de El Tiempo y los artículos de Semana en donde atacan a la izquierda por ser coherente y apoyar a los vendedores ambulantes, pero no dicen una palabra sobre el bolillo y el drama de las miles de familias que se ganan la vida vendiendo en las calles. Tan seguro está el Alcalde de la alcahuetería de la gran prensa que, incluso, se atreve a seguir haciendo en el Palacio Liévano lo que mejor sabe hacer: vender buses.
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Plan de servicio del BRT A104 para Nairobi (Kenia), elaborado por el ITDP. En la portada se encuentra una foto de Transmilenio en la avenida Jiménez de Bogotá.
No es coincidencia que esta delegación keniana venga a visitar al alcalde en su palacio o, para ser más precisos, en nuestro palacio. El ITDP desde hace varios años viene trabajando con la Autoridad Nacional de Carreteras de Kenia (Kenha, por su sigla en inglés) en el desarrollo de estudios para la implementación de un sistema BRT en Nairobi, obviamente, a imagen y semejanza de Transmilenio.
En mi opinión, el asunto es de una enorme gravedad. No se trata de que Peñalosa le esté escribiendo cartas a sus amigos de Nueva York con papelería de la Alcaldía Mayor de Bogotá ni que se esté llevando los ganchos de la grapadora para la casa. Lo que sucedió en esa reunión es exactamente lo mismo que sucedía cuando Peñalosa era presidente del ITDP y viajaba por el mundo hablando de su fabuloso Transmilenio, la única diferencia es que ya no tienen que pagarle viáticos por que son los interesados quienes vienen a Bogotá y nosotros los que ponemos el salón.
¿Quiénes integraban la delegación keniana? ¿Eran, como de costumbre, políticos encargados de tomar las decisiones o los técnicos que trabajan para los políticos? ¿Qué hace a la gente del Banco Mundial uno de los mayores patrocinadores del ITDP en la alcaldía?
El señor Ke Fang, autor de la fotografía que da origen a esta entrada, asesora al Banco Mundial en temas de transporte y, como tantos otros amigos del alcalde, es un fiel devoto del dogma de Transmilenio. Si le damos un vistazo a su cuenta de Twitter, veremos que de las apenas 124 cuentas que sigue muchas son de viejos amigos de los BRT: Walter Hook, miembro del ITDP durante más de 25 años y director del mismo hasta el año pasado; Enrique Peñalosa, miembro del ITDP durante más de 15 años y presidente de la junta directiva hasta enero de este año; Michel Replongle, fundador del ITDP y miembro emérito de su junta directiva; y Darío Hidalgo, experto en BRT, miembro de Embarq -una iniciativa del Instituto Mundial para los Recursos (WRI, por su sigla en inglés)-, columnista y eterno defensor del alcalde. También está la fundación Clinton y múltiples cuentas del WRI, otra ONG financiada por enormes corporaciones y dedicada a promover los sistemas BRT.
¿Puede el alcalde aprovecharse de la dignidad que 900.000 bogotanos le otorgaron para favorecer sus intereses y los de sus amigos? Peñalosa es nuestro empleado y no puede andar escondiendo sus proyectos profesionales detrás de los asuntos públicos. ¿Dónde están los comunicados de prensa que hablen de la visita de los kenianos a la Alcaldía Mayor de Bogotá? ¿No sabía el Alcalde que Nairobi está trabajando con su fundación en Nueva York o es que la alcaldía será desde ahora la nueva oficina del ITDP en Bogotá?
No tenemos por qué pagar un solo tinto para los clientes de la fundación de Peñalosa. Si el señor alcalde tuviera un poco de respeto por los bogotanos, ya habría hecho públicos los documentos que prueban que efectivamente no hace parte del ITDP, ni como funcionario ni como accionista, así los medios quieran permitirle desconocer las críticas con un par de declaraciones insulsas en las que no da respuestas mientras sigue fungiendo como vendedor estrella del ITDP en sus ratos libres y también en sus horas de oficina.
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