Por: Pedro Echeverría V. – octubre 2 de 2012
La campaña para que Hugo Chávez sea derrotado en las elecciones del 7 de octubre se ha extendido por el mundo, con el fin de que influya en la contienda electoral de Venezuela. El gobierno de Obama, siguiendo los pasos del multihomicida Bush, está interviniendo directa y abiertamente en Venezuela para apoyar al empresario proyanqui Henrique Capriles Radonski y, a pocos días de los comicios, Chávez sigue arriba en las encuestas, pero Capriles obtiene cada vez más fuerza por el total apoyo de los grandes empresarios, de la mafia de Miami y del imperio de los EE.UU.
Aunque Venezuela sólo cuenta con poco más de 30 millones de habitantes, el gobierno de Hugo Chávez ha encabezado dignamente la lucha antiimperialista en América Latina […] Hay que hacer todo para que Chávez obtenga nuevamente la presidencia, porque si llegara a perder, entonces, el imperio, junto a la gusanera de Miami, recuperaría sus privilegios en el país de Bolívar.
Y no debe olvidarse que con los millones y millones de dólares del gobierno de los EE.UU., combinados con los del alto empresariado y los del narcotráfico, se pueden comprar fácilmente voluntades y votos. Desde aquí se observa a Chávez muy confiado en los votos de los trabajadores, de los explotados, de los pobres, pero no debe olvidar que las clases medias han crecido en número en el mundo, que es un sector muy inestable y puede inclinar el proceso a favor de quien les reparte dinero a manos llenas. Chávez, en vez de repartir dinero, ha estado creando más dignidad, ética en el pueblo, pero no sabemos si sea suficiente.
En Miami, con la protección y el apoyo de los EE.UU., se organizan grupos de activistas que operan clandestinamente en Venezuela repartiendo dinero. Se tienen fotografías y videos de quienes reciben fajos de billetes de empresarios. No obstante, el argumento socorrido para hacerlo es que el Estado no reparte dinero para el financiamiento de las campañas y que no queda otro camino que recibirlo de los empresarios. Sólo hay que ver el pleito de control de la candidatura de Capriles entre las mafias cubano venezolanas en Miami, hoy muy activas porque un triunfo en Venezuela les representa un triunfo en toda América.
Ricardo Koesling y el hoy candidato Carriles son uña y mugre. Koesling se encuentra asociado al terrorismo cubano estadounidense desde los años 70. Fue cómplice de la fuga de Luis Posada Carriles de la cárcel de San Juan de los Morros, en 1985, mientras colaboraba al más alto nivel con el gobierno venezolano de Jaime Lusinchi (1984-1989). El 12 de abril de 2002, en Caracas, Ricardo Koesling dirigió el asalto a la embajada cubana durante el golpe de Estado contra Chávez, junto con Salvador Romaní, hoy asilado en Miami con la complacencia del Departamento de Estado, y el actual candidato derechista Henrique Capriles Radonski, entonces alcalde del municipio de Baruta.
En Cuba, a pesar del bloqueo económico que ha padecido el país durante más de 50 años, de la invasión de Playa Girón, de la Alianza para el Progreso y de los permanentes sabotajes de la producción azucarera, los yanquis jamás pudieron derrotar al gobierno de Fidel Castro. La realidad es que los cubanos, a pesar de las carencias, no han caído en el funesto consumismo que sufren todos los demás pueblos a manos del capitalismo. Al mismo tiempo, Cuba se convirtió en un ejemplo para América Latina y siempre ha ofrecido su apoyo total a los pueblos oprimidos y a los gobiernos antiimperialistas, como el de Chávez.
Chávez debe y tiene que ganar. Debe vigilar muy bien los pasos de la mafia cubano venezolana, que está llevando gran parte del dinero yanqui para comprar voluntades. También debe ‘cortarle las manos’ a los todo poderosos empresarios golpistas que se las están jugando con Capriles como su última oportunidad.
[…]
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