Rutina en la piscina del club Federación Deportiva en la ciudad de Manabí (Ecuador): la cubana María Isabel Ramón Demares imparte clase a los adolescentes.
Sus alumnos provienen de los diferentes clubes deportivos privados porque en el capitalismo el aprendizaje se convierte en otro negocio más. A través de una selección de atletas, el Estado ecuatoriano ofrece gratuitamente la enseñanza del deporte en la Federación, de ahí que la familia desee mantener a sus hijos en este tipo de enseñanza.
La entrenadora descubre poca atención y desinterés en Brayan Mera, un niño talentoso, aunque muy sobreprotegido por sus padres. Proviene de un núcleo familiar acaudalado, capaz de costear hasta los gustos más insignificantes del muchacho.
Le hace un llamado de atención, con la advertencia de interrumpir las prácticas en la piscina si no acata las orientaciones de la clase. El muchacho responde con un gesto de desprecio ante el llamado de atención, provocando su expulsión del entrenamiento.
Al otro día se presentan los padres en el recinto, desean atemorizar a la maestra con amenazas para la institución en otros espacios gubernamentales. La cubana es llamada ante los directivos. Los padres, con ínfulas de conocer toda la técnica del nado, explican métodos de aprendizaje y prohíben a la maestra regañar al hijo en público.
María Isabel comenta la importancia de la disciplina para cualquier tipo de actividad y de los entrenamientos agotadores para obtener un deportista. Enfatiza en saber escuchar, en primer orden, y sentencia:
–Si los padres de Brayan tienen más conocimientos al respecto, pueden entrenarlo en su casa.
Hubo un cambio de actitud en el muchacho, se ganó la permanencia en el equipo y resultó ser el campeón nacional en su categoría en 2012.
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