Por: Andrés Monroy G.* – abril 2 de 2016
El pasado 2 de abril miles de colombianos salieron a las calles de diferentes ciudades a expresar su desacuerdo frente al gobierno de Juan Manuel Santos, especialmente por las conversaciones que actualmente se llevan a cabo con las FARC y el ELN, y por la judicialización de varios integrantes del partido político Centro Democrático.
No obstante el llamado a una ‘marcha pacífica’, quienes expresaron su oposición a esta movilización fueron agredidos por manifestantes, quienes también nos calificaron como ‘guerrilleros’ a los fotógrafos que documentábamos esta situación.
Claramente ese día un ‘país distinto’ marchó por la céntrica carrera séptima de Bogotá. Y también, con mucha claridad, la puesta en escena evidenciaba unos protagonistas y unos patrocinadores distintos a quienes tradicionalmente marchan reclamando sus derechos.
En lo personal, en mi recorrido fotográfico que llegó hasta donde la lluvia lo permitió, no vi el acostumbrado despliegue de policías antidisturbios, aunque por poco se hace necesaria la presencia de los acorazados de uniforme ante los airados reclamos de los marchantes contra quienes reclamaban por la memoria de las víctimas del gobierno de Álvaro Uribe Vélez.
En medio de la lluvia, la voz de Óscar Iván Zuluaga llegó a través de los parlantes instalados en la Plaza de Bolívar, llamando al cese de lo que él califica como ‘persecución política’, a lo que siguió una larga ovación. ¿Dónde estuvo ese grito para respaldar el pensamiento libre, perseguido especialmente durante el anterior gobierno?
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