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Por: Victoria Argoty – 26 de enero de 2011

Entre el 5 y el 7 de noviembre de 1985, el país vio con asombro la destrucción de la sede de la Corte Suprema de Justicia por parte del Ejército Nacional, en medio de la operación de retoma ante la acción que el M-19 protagonizó para pedir un juicio político al entonces presidente, Belisario Betancur. Estos hechos no sólo dejaron el dolor de las víctimas sino a una sociedad que, en su conjunto, quedó conmocionada y que sólo hasta hoy, veinticinco años después, empieza a obtener respuestas sobre la verdad del Palacio de Justicia.

La novela “Vivir sin los otros”, de Fernando González Santos, constituye otra acción para romper el silencio que rodea a estos acontecimientos. Según el autor, su interés por el caso del Palacio de Justicia comenzó con el mismo holocausto, cuando apenas iniciaba sus estudios de literatura en la Universidad Pedagógica Nacional, pero tomó forma concreta hace siete años, cuando comenzó su investigación con miras a elaborar un documental que denunciara la total impunidad que hasta ese momento reinaba sobre el caso. La obra, publicada por Ediciones B y cuyo lanzamiento oficial fue el pasado 18 de noviembre, parte de los testimonios de los familiares y los hallazgos de las investigaciones para relatar, desde la ficción, lo que pudieron vivir las víctimas de estos tristes acontecimientos.

En su investigación, Fernando no sólo recopiló material testimonial, documental y audiovisual alrededor de las doce personas que siguen sin ser encontradas después de dos décadas y media de una frenética búsqueda por parte de sus seres queridos, sino que también acompañó a los familiares de los desaparecidos en el juicio contra el excoronel Alfonso Plazas Vega, asistiendo a todas las audiencias y conociendo los detalles de la investigación.

Así, en lo que califica como su proyecto intermitente, llegó a conocer muy de cerca las historias que subyacen a cada una de las víctimas de los hechos, pero también se interesó por conocer a Plazas Vega en sus dimensiones históricas, personales y políticas. El resultado de todo este trabajo le permitió construir los personajes y las historias que componen su libro, un intento por volver a narrar lo que pudo haberse vivido en ese operativo militar.

“Vivir sin los otros” se concentra en la desaparición forzada, un delito que implica múltiples violaciones a los derechos humanos y que, además, nunca termina, pues su principal objetivo es hacer permanente la incertidumbre sobre la suerte de la víctima, romper su tejido social y esconder tanto las pruebas del crimen como a los victimarios. Relatando el análisis hecho por la juez y los alegatos de la Fiscalía durante el juicio, la novela se encarga de ilustrar los objetivos que perseguían los culpables de estos crímenes atroces y, cruzando permanentemente los hechos con la ficción del relato, construye el personaje del coronel a partir de la famosa grabación con la orden de desaparición, avalada por un perito de la Policía, en la que el uniformado, en su particular lenguaje, dice que “si aparece la manga, que no aparezca el chaleco”.

A partir de allí, el autor no sólo presenta los conflictos y horrores de las vidas marcadas por la desaparición sino que también aborda y cuestiona a una sociedad que permite que la desaparición forzada sea una práctica generalizada, empleada desde hace varias décadas por agentes del Estado en Colombia, y que permanece indiferente ante este delito de lesa humanidad.

Fernando González nos demuestra con “Vivir sin los otros” que el caso del Palacio de Justicia es un caso que resume la vida política y los métodos de la guerra que se emplean en Colombia. El autor demuestra no sólo una apuesta profunda por la justicia y contra la impunidad sino que abre también una oportunidad para crear otros lenguajes políticos, otras dinámicas sociales, otras propuestas de lo que debiera ser nuestra historia.

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